Otra de mis escapadas vespertinas fue a la estación de Valgrande. Está poco antes del collado de Pajares por una carretera que sale a la izquierda.
Son unas pistas que hay en la misma divisoria de aguas de la cordillera cantábrica del lado de Asturias.
Hay una serie de edificios de hoteles al final de la carretera. Al fondo de todo salen los remontes y una pista de tierra que es la que utilizo esta tarde para caminar.
Como casi siempre pasa en esta zona la niebla es muy intensa. Las nubes que vienen del mar se estrellan en la cornisa y no pueden pasar hacia León.
A pesar de la niebla sigo el camino un buen trecho. Aunque estamos en agosto hace frío y se intensifica en los puntos en los que corre el viento. Voy en camisa y vuelvo bastante helado al coche.
Durante el paseo me encuentro los asientos de los remontes sobre mi cabeza como fantasmas y las vacas que ahora pacen apaciblemente.
Lo más curioso de la caminata son las gotas de agua que se me condensan en los pelos de los brazos y de la cabeza y que me hacen acabar mojado y frío.
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