Este fin de semana ha salido nublado y lluvioso. No obstante no me resisto a salir a la montaña. Así que tomo el coche y me voy a la base del pico Fontún.
Apenas se ve nada del macizo y todo está mojado de haber llovido por la noche. Es una temeridad subir pues además la cantidad de nubes que se ven solo pueden indicar más lluvia.
Por esto tomo el coche de nuevo y busco una ruta más llana. Me voy al escondido pueblo de Pendilla. Se va por la N-630 hacia Pajares. Pasado Villamanin y antes de Busdongo hay un desvío a la derecha que nos lleva primero a Camplongo. Más adelante tomando un desvío que hay a la izquierda vamos hacia Pendilla. La carretera se acaba en Pendilla.
En esta población dicen que hay unas minas de cobre usadas en época primitiva. Yo no veo ningún rastro. Solo he encontrado lo que parece una mina de carbón antes de llegar a la población.
Tomo el camino, que hay allí señalizado, de la vía romana de Carisa.
Éste lleva por un tranquilo valle donde solo hay vacas. El camino desde luego es moderno y no se ve rastro alguno de un camino romano. El cartel ya indica que este no estaba empedrado por lo que es más difícil de encontrar rastro. También dice el cartel que hay incluso castros y señales romanas de quilometraje pero yo no veo nada. Si se ven algunos caminos que se distribuyen por las laderas y que deben de ser antiguos pues son de escasa anchura y tapizados de hierba. Supongo que son para llevar el ganado a las distintas zonas de la montaña. Alguno de estos puede ser el camino romano.
El camino va ascendiendo por el valle y luego lo deja para ascender hacia un collado que pasa a Asturias.
Una vez en el collado la vista es magnifica. Sigue nublado pero las nubes están altas y la vista es buena. Incluso hay momentos en los que parece que se va a despejar. Alguna vez cae alguna gota.
Llama la atención las vueltas que da la línea de ferrocarril para bajar el desnivel a Asturias y que aquí se distingue muy bien. Es curioso que en el silencio se oye a menudo como un ruido de fondo que de vez en cuando desaparece, que algo más tarde vuelve a aparecer y después desaparece de nuevo y así sucesivamente. Son los pesados trenes de mercancías que suben desde Asturias con bobinas de metal, railes y toda clase de elementos metálicos de las acerías asturianas. El sonido que aparece y desaparece se debe a los continuos túneles que hay y en los que el sonido de los trenes desaparece.
El camino sigue y se pierde por las laderas. Decido dar la vuelta pero intento hacerlo por un nuevo camino. Así que tomo uno de esos pequeños caminos que suben hacia los picos. El camino se acaba y sigo sendas de ganado pasando por una pequeñas praderas de hierba que hay en repisas más llanas. Llego a un saliente muy defendido y allí parece que se ve como piedras y terreno removido que bien pudiera ser un castro. Es defendible y además tiene unas buenas praderas cerca.
Pero miro hacia el este y una inmensa cortina de lluvia viene hacia nosotros. Empiezo a bajar rápidamente a buscar el camino principal pero no encuentro senda decente y prácticamente tengo que bajar entre matorrales ladera abajo. La lluvia llega y eso complica las cosas.
Ya todo el camino de vuelta lo hago bajo la lluvia, enfundado en mi poncho impermeable. Las botas aguantan bien la lluvia pero la parte baja de los pantalones se me pone chorreando fundamentalmente por lo que chorrea el poncho.
A buena marcha llego al pueblo y deja de llover. Además, en esta excursión se ha cumplido lo de que en el monte cuando está nublado y dan las doce del mediodía llueve.
Cuando llego al pueblo me encuentro con una tropa de gallinas y pavos sueltos.
Con esto me vuelvo para casa.
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