No se como salió a la conversación, con la geóloga de la obra donde trabajo, de la existencia de terrenos del ordovícico aquí en la cordillera cantábrica. En el ordovícico es donde se dieron los trilobites. El fósil de trilobite es bastante codiciado por su espectacularidad y por su escasez. También supongo que porque es un animal muy antiguo.
La cornisa Cantábrica es un tremendo caos de estratos de distintas épocas, plegados y rotos por fallas, todo un rompecabezas para un geólogo.
La cuestión es que la geóloga me comentó que en un túnel cercano a Ribadesella de la autovía de la costa se encontraron multitud de trilobites. Miramos los planos geológicos del Instituto Geológico y Minero de España y vimos que en esta zona hay multitud de estratos del Ordovícico y, en el túnel que ella indicaba, la montaña es de esta época. Se trata de la sierra del Sueve.
Hoy pesábamos ir a subir el pico de Valdorria pero la lluvia nos impidió pensar en este ascenso. Así que decidimos bajar a Asturias y llegar hasta esta sierra. Así que llegamos a la población de Berbes y seguimos por la N-632 hacia Ribadesella. Esta carretera cruza la sierra. Allí encontramos una carretera asfaltada que subía siguiendo la dirección de la montaña y entramos en ella. Empezamos a patear. Pronto llegamos a un campo de golf que resulta que han construido allí. El camino sigue pero ya sin asfaltar y seguimos un buen trecho por él. El camino discurre paralelo a la sierra. Es un sendero que se dirige hacia el mirador del Fito. Fui mirando por todos los taludes del camino a ver si veía alguna huella de trilobites pero no vi nada. Los terrenos a mi parecer eran cuarcitas y areniscas que no daban mucha sensación de tener fósiles.
El día estaba nublado y neblinoso lo que impedía disfrutar el paisaje costero que se divisa desde esta montaña. En alguna ocasión llegamos a observar algo de la costa. También nos llegaba en algunos momentos el ruido del mar.
Tras el paseo nos fuimos a comer. Llegamos hasta el pueblo de Lastres, un bonito pueblo pesquero encaramado en un acantilado con el puerto abajo. Comimos en un restaurante llamado el Barrigón de Bertín. Es un pequeño restaurante en lo alto del pueblo con cuidada presentación y comida esmerada aunque cara. Comimos unas almejas que no estaban muy allá, aunque si la salsa. Luego probamos pulpo. Nos pusieron unos trozos contados aunque gordos, no rodajas. Esto si que estaba muy bueno pues además del buen sabor que tenía, estaba muy tierno aunque crujiente por fuera parece que por un tostado exterior posterior. De segundo yo comí un San Martín, pescado de roca de estupendo sabor. Me dieron medio pez ya sin la rampa aunque si con la piel que estaba muy sabrosa. Luego tomamos café. No tomamos vino por la persecución que hace Tráfico. La comida salió por algo más de 6000 pesetas por persona.
Comimos allí por ir a ver por la tarde las ictitas que hay en los acantilados de las costas en varias de las playas. Ictitas son huellas de dinosaurio. En esta población también está el MUJA o museo del Jurásico, una de esas obras faraónicas que lanzan ahora los políticos para gastarse una fortuna que Dios sabe a donde va.
La cuestión es que cuando acabamos de comer se puso a llover copiosamente y tuvimos que abortar la excursión y volver para casa.
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