Ya toca hacer un pico y esta vez uno emblemático entre León y Asturias como es
Peña Ubiña.
Tras haberlo subido pienso que no es tan duro y peligroso como lo tiene en la
cabeza la gente. Desde luego cuesta de subir pero no es imposible para un montañero medio. Otra cosa es cuando está nevado que supongo que será cuando ha logrado terminar con la vida de más de un montañero.
Así que salí a las ocho de la mañana de Huergas de Gordón y sobre las nueve y cuarto ya estaba en Torrebarrio. Para ello fui por el valle de Geras y luego junto al embalse de Luna para entrar en Babia. Ya en Babia me desvio de la carretera que va a Villablino y voy por la que va al puerto de la Ventana.
La mañana ha salido fría y despejada, 4 ºC en Huergas, en Torrebarrio 2 ºC. Ya en la zona de Babia tuve que parar dos veces en la carretera para dejar pasar a los rebaños que venían de frente. Rebaños de varios cientos de ovejas custodiados por delante por mastines leoneses y por detrás por los pastores. Enormes rebaños que todavía hacen trashumancia de los frescos prados de la cornisa cantábrica a zonas más calidas.
Paré en Torrebarrio y tomé el camino que sube a la Peña. Se parte del barrio bajo, no del alto. Hay que parar en la plaza del pueblo donde hay un cartel de un sendero de los de la Asociación de Cuatro valles. Hay que salir por una calle que va hacia el sureste y llena de defecaciones de vaca ya que en la única casa que hay en la calle hay una ordeñadora. Apenas salido del pueblo hay que girar por un camino que sale a la izquierda, dejando a la derecha el montículo donde está la iglesia.
La subida empieza, ya de salida, dura. La noche anterior ha llovido y el suelo está muy embarrado por el paso de las vacas.
La pista llega hasta los mismos pies de la gran roca que forma la Peña pero estas primeras estribaciones entre prados de vacas son duras.
Lo más curioso de la ascensión es que una joven pastora alemana se me une en la ascensión desde que dejé el coche. Se mantiene unos 7 u 8 metros por delante y va parando cada vez que yo lo hago.
El camino va se acerca a la roca y la deja a su derecha. Antes hay que dejar la pista y meterse a la derecha por los prados. No está marcado y es difícil ver la senda. Está unos 100 metros antes de llegar a la roca. Yo en mi desconocimiento sigo el camino más arriba de una puerta de empalizada que hay en el camino. Es una zona donde hay una especie de circo rocoso de gran belleza y con grandes pedrizas.
En esta zona se me despista un poco la perra. De pronto oigo ruido de piedras movidas en una de las pedrizas. Entonces me fijo y veo un corzo galopando por las piedras y la perra detrás intentando alcanzarlo.
Tras ver que por esta zona no hay ascenso posible vuelvo atrás y empiezo a rodear la Peña por donde antes dije. Al principio no encontré la senda pues iba bastante más pegado a la roca, más arriba. En esta zona hay varias pedrizas que resulta incomodo atravesar sin la senda.
Por fin la encuentro y sigo adelante. El suelo está helado ya en esta zona.
El sendero llega a unas bonitas praderas cerca de un collado que separa la empinada Peña Ubiña Pequeña con la Ubiña Grande.
Antes de llegar al collado hay que desviarse por la pradera a la izquierda hacia una valla. La pradera parece suave pero es más empinada de lo que parece y cansa.
La senda que sigue hacia arriba ya por roca está en el extremo izquierdo de la valla, cuando esta se acaba ya en contacto con la roca. No hay que dejarse llevar por otras sendas que siguen las praderas producto del paso de las vacas.
En la roca el ascenso hay que hacerlo con cuidado. La roca está todavía húmeda y el pisado mixto barro – roca se hace peligroso. Algunas nubes rozan las laderas y asusta un poco pensar que se pueda cerrar el tiempo. Pero por suerte el día va girando poco a poco a bueno y ya arriba la mañana es estupenda.
La senda está marcada en esta zona de roca con piedras. La perra sigue el sendero a pesar de que en algunas zonas yo tengo que ir a cuatro patas como ella.
Al final llego arriba, ya solo falta crestear un poco para llegar a la cima. Allí el paisaje es impresionante. Ya en el camino las nubes van por debajo y dan unas vistas muy bonitas.
Como y comparto, la justa comida que llevo y muy vegetal, con la perra la cual no tiene más remedio que comer.
Arriba hay dos buzones pero ninguna libreta para anotar el nombre. También hay dos placas que recuerdan a montañeros muertos en esta montaña.
Descanso un poco y mi compañera la perra también lo hace.
Arriba hay algunas zonas donde la hierba tienen curiosas masas de hielo como carámbanos que supongo que se habrán formado en la lluvia del día anterior.
Cuando voy bajando empiezo a encontrarme a otros montañeros. Incluso hay algunos grupos numerosos. No se la costumbre de la gente ahora de salir tan tarde. La mayor parte vienen de Casa Mieres que es un refugio que hay del lado de Asturias.
Vuelvo por el mismo camino. Llego sobre las tres de la tarde al coche desde las nueve y media más o menos que salí.
La perra me ha seguido en la bajada. Ahora bajando ella va detrás prácticamente pisándome los talones. Cuando llegamos a la pista de nuevo pasa delante, pero pese a la cercania ya del pueblo sigue esperándome cada poco hasta el mismo pueblo. Pensaba yo que querría irse conmigo en el coche y empezaría a gemir y quejarse pero todo lo contrario, ella se fue por su lado cuando yo llegué al coche. Y lo que hizo fue irse al pilón y meterse en el bebedero con el agua hasta la barriga.