Una de las zonas más conocidas de León son las minas romanas de Las Médulas. Están en El Bierzo y son Monumento de la Humanidad.
Así que me decidí a visitarlas. Para ello bajé a La Robla, tomé a continuación la carretera que va a La Magdalena y seguí camino en dirección a Villablino hasta Riello. Allí me desvié hacia Astorga hasta llegar al cruce de Valdesamario. Tomé la carretera en dirección a Torre del Bierzo. Esta carretera es entretenida por la cantidad de restos mineros que hay. La última vez que pasé por esta carretera se me cruzó un gato montés en pleno día. Las minas se amontonan según llegamos a esta última población. No me entretengo pues todavía queda camino hasta Las Médulas.
De Torre seguí hasta Ponferrada. Esta población ha cambiado mucho desde la última vez que la vi. Me cuesta un poco encontrar la carretera pues no está muy señalizada.
Llama la atención por el camino el castillo de Cornatel subido en un gran farallón. Valdrá la pena visitarlo en otro momento.
Al fin llego a Las Médulas. Es un pequeño pueblo que ahora ha revivido gracias a la hostelería promovida por las minas. Por las casas antiguas que todavía sobreviven debió ser un pueblo bastante miserable que viviría del ganado en este terreno de piedras removidas.
Paro en el centro de visitantes y visito el pequeño museo que allí hay. Explica un poco las condiciones de los habitantes de la época. También el sistema de extracción que se denominó de Ruina Montium. Básicamente consistía en hacer un sistema de canalizaciones desde las partes altas de los ríos hasta la parte superior de la montaña en la que se encuentra el oro. Son terrenos de aluvión en los que entre los cantos rodados estaba el oro. En la parte superior de la ladera se embalsaba el agua. Se hacian pozos y galerías ladera abajo y por ellos se dejaba pasar el agua lentamente de forma que el terreno se embebiera. Una vez conseguido esto soltaban una gran cantidad de agua lo que hacía que se desprendiera el terreno débil por la humectación anterior.
El terreno se erosionaba ladera abajo y al llegar a la parte baja se iban separando naturalmente por peso primero las piedras más pesadas y luego los materiales cada vez menos ligeros. El oro más pesado se podía separar.
Ahora el terreno es espectacularmente bonito pero en su momento debió ser un autentico desastre ecológico en el que se tenía una ladera totalmente erosionada y unos llanos inferiores llenos de montones de piedras y de lodos.
Son interesantes las maquetas que hay y que dan una mejor visión de conjunto de la zona minera.
Me metí por dentro de la zona minera y paseé por los senderos hasta ver las cuevas y formaciones más curiosas. Tras esto seguí el sendero que sube hasta la parte alta de la ladera donde estaban las balsas para acumular agua. Todavía se puede detectar las vaguadas donde se almacenaba el agua. También queda algún resto de canal de aporte de agua. Allí arriba hay una cueva por las que soltaban el agua y es visitable pero a la hora que llegué estaba cerrada.
Seguí por el camino perimetral que rodea las minas pero es una caminata muy grande. Por esta zona se pueden ver algunas explotaciones menores. Al final se llega a los llanos inferiores. Aunque ahora se ha llenado de verde todavía se puede distinguir el enorme caos que esta zona era, llena de coladas de lodos, montones de cantos rodados y hondonadas algunas de ellas hoy día inundadas por la dificultad de drenar el agua.
Hay en la zona un poblado romano con una instalación siderúrgica. También algunos castros de los pobladores de la zona e incluso los restos de algún palacio romano pero estoy cansado de caminar y no lo visito.
También destacar los antiquísimos castaños que hay en la zona minera y que según cuentan los introdujeron los romanos.
Tras esto me vuelvo para casa. Para ello tomo la carretera que va de Ponferrada a Villablino. También hay en esta carretera un caos de minas de carbón ya casi todas abandonadas. De Villablino corrí todo Babia y por Geras llegué a casa. Me nevó por el camino.