Hay dos puntos interesantes en esta excursión, la propia ciudad de Ronda y el camino para llegar a ella desde Algeciras.
Para ir tomamos un trozo de pseudo autovía N-340 en dirección hacia Málaga hasta llegar a una intersección que nos indica Jimena de la Frontera y Ronda. Es la A-369, la que tomamos pasando, nada más salir del cruce, por el barrio de “La Estación de San Roque”.
Algeciras tiene una anticuada línea férrea que baja desde Bobadilla, en la línea Córdoba – Málaga, pasando por toda la serranía de Ronda. Es vía única y sin electrificar. La construyeron ingenieros ingleses en un trazado increíble por toda la sierra. Nadie se ha molestado en mejorarla en gobiernos posteriores a pesar que une con el resto de España uno de los mayores puertos de pasajeros y mercancías de Europa.
Así que muchos de los pueblos del recorrido tienen una barriada de la estación pues el tren pasa por donde puede y los pueblos suelen estar en alto.
Una vez cruzada La Estación de San Roque seguimos por una cómoda carretera aunque algo bacheada y con arboledas a ambos lados, suficientemente separadas de la calzada, lo que da un ambiente muy agradable. Todas las carreteras deberían ser así, con un amplio espacio en los bordes y arboledas a lo largo suficientemente separadas para no molestar visibilidad ni posibles golpes. Si algún salvaje va tan rápido que se da contra los árboles que se fastidie.
Esta carretera está llena de tradicionales ventas donde se pueden tomar deliciosas tapas. Los fines de semana estas ventas están llenas de gente comiendo. También están muchas veces los guardias civiles con el control de alcoholemia.
El siguiente pueblo por el que pasamos es Castellar de la Frontera. Originalmente era un pueblo amurallado en lo alto de una montaña donde la gente malvivía en condiciones miserables y dependiendo de una finca que ocupaba todo el término municipal y que se llamaba La Almoraima. Y no se echa solo la culpa a los caciques que abundaban en toda Andalucía como en el resto de España sino también al espíritu de los habitantes de esta zona que esperaban en la puerta del bar a que alguien les solucionara el problema al contrario de en el resto de España que poco a poco fueron moviéndose y ahorrando para poder ir acabando con los señoríos. La cuestión es que un buen día el INC (Instituto Nacional de Colonización) vino a estas tierras, expropió parte de los terrenos de la finca en el llano, los puso en regadío y parceló, construyó un pueblo nuevo y le dio a cada habitante un trozo de tierra y una casa. No han prosperado demasiado pues, según cuentan, faltaba que les pusieran un criado que les cultivara la tierra.
En cuanto al enorme resto de la finca con enormes extensiones forestales paso a manos de Ruiz Mateos. Con la expropiación de Rumasa paso al Estado y se ha gastado, por lo que se comenta, durante tiempo para que presidentes como Felipe González se vinieran a cazar.
Todo este rollo era simplemente para comentar que hoy en día junto a la carretera está el pueblo nuevo y escondido en lo alto de la sierra el antiguo. El antiguo estuvo abandonado hasta que hippies y extranjeros se fueron arreglando casitas. Hoy es un precioso pueblo metido entre una completa muralla con calles pequeñas llenas de flores y que vale la pena subir a ver pero en otra excursión.
Cerca del pueblo y junto a la carretera está el palacio de la Almoraima donde está la Virgen del mismo nombre y que no se si ahora es visitable. Habrá que arrimarse un día.
Seguimos el camino y pasamos a Jimena de la Frontera, pueblo en cuesta con un buen castillo en la cumbre. También lo dejaremos para otra excursión pues todavía nos queda mucho camino.
Ya a partir de aquí empezamos a ascender y nos metemos en pueblos plenamente serranos. El siguiente es Gaucín. Pueblo blanco alargado en un farallón dominando el profundo valle del Génal. Paramos a tomar un café y nos damos un paseíto por el pueblo para estirar las piernas. Es un pueblo limpio y arreglado en el que se respira tranquilidad. No lo recorremos todo pues aunque es pequeño es muy alargado y cuesta llegar a la zona de la iglesia y del castillo.
A continuación se suceden pequeños pueblos con el profundísimo valle del Génal abajo y la vista de pueblos estrellados en una ladera al estilo Alpujarras en la parte de enfrente. Pasamos pueblos como Benarrabá, Algatocín, Benalauría, Benadalid o Atajate. En cualquiera de ellos se puede parar y disfrutar.
La montaña se va pelando supongo que por el clima mucho más frío aunque no dudo que también pueda haber ocurrido una tala excesiva. Debe ser interesante un día desviarse a Benaoján y ver la cueva de la Pileta que me han dicho que tiene unas pinturas rupestres espectaculares.
Ya con esto seguimos hasta Ronda. Está en un altiplano que se abre entre montañas y donde el agua a trazado algunas profundas brechas como la que forma el famoso tajo. Aprovechado uno de los montículos de un lado de la brecha que sirve para defenderlo se formó la ciudad. Con los siglos la ciudad se fue extendiendo y ocupando ambos lados de la brecha y para ello fue necesario hacer primero el puente antiguo, a mucha menor altura y más pequeño aunque nada desdeñable y ya en el siglo XVIII el puente nuevo en la cota más alta y espectacular en su diseño para la época.
En cuanto a la ciudad se puede dar un buen paseo por todo el barrio antiguo disfrutando de las pequeñas callejas con casas señoriales y algún que otro resto árabe. Se puede ver la plaza de toros que no tiene nada de especial mas que hay quien dice que es la más antigua de España. También se puede ver la iglesia de Santa María la Mayor o algún que otro museo como el de Don Bosco, de la Caza o de los Bandoleros.
Uno de los problemas de Ronda es que tiene mucho turismo extranjero incluso en estos meses ya del otoño y del invierno. Vienen en autobuses desde la Costa del Sol, Sevilla o Córdoba y le restan tranquilidad a la ciudad. Han proliferado montones de restaurantes para turistas y tiendas de regalos que le quitan encanto a la ciudad.
Nosotros tras un paseo nos decidimos a entrar a la llamada Casa del Rey Moro. Parece que muchos de los museos y casas que se exhiben están en manos privadas y tienden a abusar un poco en las entradas. En esta casa nos piden 4 euros para entrar por persona. Es un palacio que no sé de que época data pues no te lo indican y que está prácticamente abandonado. Perteneció a la marquesa o duquesa de Párcent y solo te enseñan los jardines que forman unas pocas terrazas colgadas en un lateral del tajo que por lo visto fueron diseñadas por un famoso diseñador de jardines francés de la época. También te enseñan lo que llaman La Mina. Se trata de una escalinata de época árabe que baja por el borde del tajo hasta el fondo de éste. En parte va excavado en roca y otra parte en construcción a golpe de bóvedas aprovechando las grietas del terreno. Tuvo una doble función, por una parte subir agua a la población no sé si desde el fondo del río o de la que nace por las paredes y por otra la de servir de puerta de escape en caso de sitio. En la parte inferior hay varias salas como una de armas o otra llamada de los secretos en la que la forma de la bóveda hace que la voz se escuche en toda la sala amplificada. Al final del todo se sale al fondo del tajo. El problema es que en el fondo del tajo hay un charco de agua putrefacta por lo visto de alcantarillas que todavía vierten al cauce. Es muy desagradable salir a una pasarela de trámex a 1 metro sobre una poza de agua fecal. Desde luego en la puerta no te cuentan nada de esto. Supongo que cuando por el río corra agua la cosa será más agradable.
Bueno, tras esto nos volvimos para Algeciras por el mismo camino.
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