Muchas veces hemos pasado por la autovía A-6 rodeando esta población pero nunca hemos parado.
Hace años, en un viaje que hice yo solo a Galicia, pasé la noche en esta población. Poco vi de ella en aquel entonces, pero me llamó la atención su enorme plaza mayor y la cantidad de gente que había en bares y terrazas.
Y es que esta población, como buena medina, es centro de la vida de la zona y presume hoy de su historia de mercados y ferias.
Esta vez, nos hicimos la buena cantidad de kilómetros que hay desde León solo para verla. Esperar a parar en un viaje a Valencia es casi una quimera pues siempre se va con prisa.
Lo primero que buscamos fue el bonito castillo de la Mota que está en un lateral de la población en un suave altozano.
Se comenzó en el siglo XII pero es a mediados del siglo XV cuando Enrique IV construye la muralla interior y la torre del homenaje. Posteriormente, los Reyes Católicos construyen la muralla exterior con configuración artillera.
Como todos los castillos tuvo muy distintos usos y al final quedó prácticamente derruido. Después de la Guerra Civil se reconstruyó y se dedicó a Escuela Nacional de Mandos de la Sección Femenina.
La reconstrucción que se realizó no creo que sea igual a la original pero por lo menos sigue bastante el estilo de las partes antiguas del castillo y queda francamente bonito.
Destacar del castillo su tamaño y altura. Es una autentica fortaleza con enorme foso, dos líneas de defensa y una gran torre del homenaje de más de 40 m de altura.
A propósito de la torre del homenaje, en tiempos se uso como carcel. En ella estuvo encarcelada gente como Cesar Borgia o Hernando Pizarro.
Siempre nos pasa que cuando vamos a visitar algo o está cerrado o tiene unos horarios que no se nos adaptan. En este caso para poder visitarlo completo hay que reservar con antelación pues la visita es guiada y entra poca gente. Cuesta además 8€. Libremente dejan ver parte de la defensa exterior y el patio de armas.
Hasta la reconquista la población estaba sobre el montículo o mota donde se encuentra el castillo. Todavía se puede encontrar alrededor restos de muralla. Con la importancia que adquirió, la población, especialmente en el siglo XV, se fue extendiendo por el llano.
Tras la época de esplendor que supuso el siglo XV y XVI la ciudad fue perdiendo importancia hasta mediados del siglo XIX en que apareció el ferrocarril y se convirtió en nudo de comunicaciones, también en carreteras.
Hoy día tiene una importante industria del mueble que junto a ser cabeza de partido le da su cierta importancia.
Cogimos de nuevo el coche y nos fuimos al centro. Medina presume de abrir todas las tiendas en domingo. Su mercado se hace en este día para permitir a la gente de los pueblos de alrededor venir. Así que nos encontramos con una buena zona con aparcamiento de ORA en funcionamiento el domingo donde no tenemos más remedio que aparcar. También nos encontramos con todas las tiendas abiertas.
Nos vamos a buscar lo más importante que es su enorme plaza mayor denominada de la Hispanidad. Es una plaza casi rectangular y en parte porticada. El día que fuimos había un mercado medieval.
La forma rectangular de la plaza la rompe la Colegiata de San Antolín que se come una de sus esquinas. Fue comenzada en el siglo XV sobre una anterior. Se acabó en el XVII. Tiene planta de salón con tres naves iguales y cabecera única cuadrada. Las bóvedas son de crucería estrelladas. Tienen gran belleza sus altas columnas.
Nosotros tuvimos suerte que estaban de comuniones y pudimos entrar a visitarla e hincharnos a hacer fotos.
Destaca también su retablo con una cincuentena de conjuntos esculturales. Se tardó en construir 37 años (1539 a 1576).
Fuera, la iglesia tiene poca elegancia dando la sensación de pesadez e irregularidad.
Destaca el reloj de la torre. En el se puede ver, en un balconcito bajo, dos carneros junto a una campana que la tocaban con los cuernos cuando daba las horas. Este mecanismo se estropeó y fue sustituido por los maragatos que hay en la parte superior y que no se que pintan en esta zona.
Tras la iglesia nos dedicamos a dar una vuelta por el barrio antiguo donde se pueden contemplar numerosos edificios, la mayoría del XV, construidos fundamentalmente en ladrillo y de gran belleza.
Después cogimos el coche y nos bajamos unos 30 km al sur, hasta la población de Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica.
Ambas poblaciones las une la carretera CL 610. En ella se puede disfrutar de la inmensidad de Castilla. Sólo los pueblos hacen girar esta carretera formada por largas rectas de más de 9 kilómetros, medidas por nosotros.
Madrigal está situado aprovechando un leve promontorio. Según se llega se encuentra uno con los restos de las murallas que bordean la ciudad. No ha crecido la población desde que se construyeron las murallas y son pocas las edificaciones que están extramuros. En el interior solo hay casas de planta baja o planta baja y piso lo que mantiene la fisonomía de la población. Bordeando las murallas por su lado sur llegamos a una gran plaza donde se encuentra el Real Monasterio de Santa María de Gracia.
En este monasterio se encuentra la residencia veraniega de Juan II, padre de Isabel la Católica. De hecho la reina nació en este mismo lugar. Se trata de un modesto palacio de tapial y ladrillo, materiales con los que se han construido todos los edificios de este lugar dada la escasez de piedra. No podemos visitarlo pues hay un horario de visitas guiadas y tenemos que esperar bastante para poder entrar.
Antes no hemos podido dejar de subir a una de las torres de la muralla, accesible desde la plaza, y que nos muestra la inmensidad del campo castellano. A cierta distancia de la población también podemos contemplar los restos, hoy usados como almacén, del convento de agustinos que llegó a ser casa capitular de la provincia de Castilla y tuvo cátedra de filosofía.
Las murallas se encuentran en muy mal estado y en muchas zonas derruida. Aun así todavía se puede intuir su grandiosidad. Según lo que he leído tenía cerca de 2300 m de longitud y abarcaba una zona de 390.400 m2, similar a las murallas de Ávila. Está construida de tapial (tierra apisonada y cantos de río) encintada con ladrillo. Tuvo entre 60 y 80 torres de las que quedan 23. Por fuera disponía de barbacana y foso. De la primera no queda ningún resto. El foso todavía se ve en distintos lugares. De las puertas la más espectacular es la de Cantalapiedra a pesar de rehabilitaciones de dudosa validez.
Aquí, en la plaza, encontramos también el Real Hospital de la Purísima Concepción. Solo podemos entrar a la capilla donde encontramos piezas de gran belleza como el Cristo de las Injurias y un bajo relieve de la adoración de los Reyes.
Caminamos por las amplias calles de la población. Son las horas centrales del día y el sol cae de plano. Encontramos el Arco de Piedra que fue la portada del palacio de Justicia del siglo XVI. Ya solo queda esta portada.
Subimos a la zona más alta del pueblo donde se encuentran, casi juntas, las dos iglesias que hay. A estas horas están cerradas pero se puede disfrutar de sus exteriores mudéjares. Destacan sus ábsides de ladrillo. La primera se llama de Santa María del Castillo y la segunda de San Nicolás de Bari.
Comimos en esta población en el restaurante casa Lucio. Pudimos tomar una ensalada tibia y un chuletón de ternera de buena calidad aunque un poco caro. El mesón necesita una renovación aunque está limpio.
Tras esto nos volvimos para casa.
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