11-06-05 Las Hoces del Cabriel. (Valencia y Cuenca).

Fin de semana en Valencia en el que decidimos hacer un poco de montaña. Hace algunos años comencé a entrar en el sendero que recorre las hoces pero no llegué hasta el final. Aunque queda un poco lejos de Algemesí decidimos ir a conocer esta zona con calma.

Para ello hay que ir hasta Villagordo del Cabriel y allí salir de la autovía y tomar la antigua nacional. La carretera baja hasta el cauce del río Cabriel y salva el enorme corte por encima de la presa de Contreras. Ya hemos parado muchas veces aquí así que no nos detenemos. Para el que no lo haya visto puede disfrutar de las vistas del embalse y los viaductos de la autovía y del AVE.

Poco más delante de la presa hay un desvío a la izquierda que toma la carretera que baja al pie de la presa. Esta carretera, en su día, fue la nacional cuando no existía la presa.

Cuando se llega abajo hay un pequeño camino a la derecha que lleva hasta el aparcamiento de las Hoces. El camino es muy estrecho y serpentea junto al borde del río. Se llega pronto al aparcamiento, junto a las casas de una antigua gran masía. Ahora los edificios están rehabilitados con distintos usos (restaurante, casas rurales, turismo de aventura, centro de interpretación…).

También en este lugar se puede contemplar una minicentral eléctrica que a pesar de que está en uso y circula agua por su canal no turbina nada. Monopolios. Luego hacen falta nucleares.

A partir de aquí sigue un camino de tierra que recorre el profundo valle que forma aquí el río.

Ya al final del recorrido se puede disfrutar de la zona más cerrada, formada por estratos verticales de caliza cortados a cuchillo por el río.

En total son pocos kilómetros y se puede hacer en parte de la mañana.

Caminando por estos lugares recuerdo las trifurcas políticas de Bono (entonces presidente de la Junta de Castilla – La Mancha) y de Borrel (ministro de Fomento), uno por pasar por aquí la autovía y otro por que no lo hiciera. Si se dedicaran a cuidar que los estudios de impacto ambiental se hicieran como Dios manda y proteger no solo estas pequeñas islas de naturaleza silvestre sino todo el territorio, otro gallo cantaría.