Hoy está lloviendo en Huergas de Gordón y no tenemos ninguna excursión preparada. Así que decidimos bajar a la costa asturiana y que nos dé el aire.
Fuimos hasta la bonita población de Lastres, en el concejo de Colunga. Aparcamos en la parte alta del pueblo en la pequeña ermita que hay junto a un mirador. Desde allí sale un camino que sigue por los prados hacia el Oeste, cerca del borde de la costa. Nos dimos un paseo por él y, en los cruces, fuimos escogiendo los caminos que fueran hacia el mar.
El borde costero está formado por una fuerte ladera que acaba en pequeños cortados o acantilados formados por el oleaje. La ladera en gran parte está ocupada por bosques de eucaliptos y helechos casi intransitables.
En nuestro afán de llegar hasta el borde de la costa acabamos metiéndonos en pequeños caminos y senderos casi abandonados que tan solo se usan para la repoblación o el corte de los árboles. Estos caminos zigzaguean sin orden y en muchos puntos se cortan.
Metiéndonos al final por estrechos senderos acabamos a los pies del acantilado. Se trata de una franja costera formada de cantos rodados de gran tamaño. Recorrimos un buen trecho con intención de subir más adelante, hacia Lastres pero no encontramos ningún sendero por donde hacerlo y tuvimos que volver sobre nuestros pasos, antes de que la marea nos encerrara.
Ya subiendo la ladera nos volvimos locos para encontrar un camino que nos llevara hacia Lastres por la ladera y al final tuvimos que subir más arriba y volver por el camino interior por el que iniciamos la caminata.
A pesar que durante el paseo se ha ido nublando el día el sudor nos corre por la espalda favorecido por un cierto bochorno.
Tras el paseo nos fuimos a Villaviciosa a comer a una sidrería.
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