Tras la excursión de ayer a la montaña decidimos hacer una excursión cultural. Había oído hablar mucho del antiguo convento de San Miguel. También en algún periódico así como en un pequeño libro de la Diputación había oído hablar de las importantes ruinas de Lancia.
Así que nos fuimos para allá. Bajamos a León, la circunvalamos y nos fuimos hacia Burgos por la carretera de Mansilla de las Mulas.
Cuando llegamos al desvío de Villafañe, vimos un cartel que indicaba la dirección del monasterio así que nos desviamos. Empezamos a pasar pueblos hasta Mellanzos. Allí otro cartel nos desvió hacia San Miguel. Se cruza una zona elevada y se pasa a otro valle.
Antes nos encontramos las ruinas de otro importante monasterio que creo que está en Palazuelo de Eslonza pero no paramos.
San Miguel está en una especie de barranco en la ladera del valle del Esla. Del monasterio no queda nada, solo la iglesia. El monasterio lo crearon monjes procedentes de Córdoba que trajeron el estilo mozarabe que se fundió con el estilo prerrománico y la tradición visigótica. Se fundó en el año 913.
El exterior presenta una típica forma prerrománica aunque con una peculiar ligereza que le da el pórtico de arquerías de herradura y las ventanas superiores. A un lado hay un campanario vetusto. Debajo de este hay una sala que parece que fue mausoleo de los monjes y cuya estructura parece la de una antigua capilla más antigua y robusta aunque con elementos decorativos que le dan gran belleza. Algunos elementos modernos de algún arquitecto sin gusto distorsionan el ambiente. Esta sala tiene síntomas de haber sido reformada en multitud de ocasiones en la antigüedad.
Volviendo a la iglesia el interior es todavía más bello. Tiene la estructura típica prerrománica pero con unos elementos que le dan gran ligereza como son las columnas de mármol blanco recuperadas de restos romanos anteriores. Algunos elementos arabizantes aumentan su belleza. También le da ligereza y altura el artesonado de madera que forma el techo en vez de las bóvedas de cañón románicas.
Tras esto nos fuimos por el valle del Esla hacia Mansilla de las Mulas. Por allí, volviendo hacia León, fui buscando algún promontorio donde pudiera estar la ciudad astur y romana de Lancia. Toda la margen izquierda de la carretera es llana. Sin embargo en la de la derecha hay colinas con la parte superior plana y laderas cortadas que separan los distintos valles que surcan los ríos que bajan de las montañas. En la que separa el valle del Esla de la del río Moro hay un altiplano donde veo unas vallas y una caseta. Pienso que allí pueda estar las ruinas. Empiezo a buscar por donde puede haber una carretera. Me meto hacia Villafañe de nuevo y veo en un mapa que allí sale una carretera que cruza el montículo para acceder a un pueblo que hay en lo alto y que se llama Villasabariego. Antes de llegar a este pueblo hay un camino de tierra a la derecha donde un viejo cartel habla de alguna campaña de excavaciones. Al final siguiendo hasta el fondo del camino encontramos las ruinas. El espectáculo es deprimente. Apenas hay una zona vallada de unos cien metros por treinta o cuarenta donde se han realizado unas pocas excavaciones.
Allí un joven contratado por la Diputación aguanta estoicamente el calor esperando a que llegue alguna persona que quiera ver las excavaciones. Apenas hay unas termas menores excavadas y lo que parece que puede ser un pequeño mercado romano. De todas formas queda muy explicito con las estupendas explicaciones del chico.
Según cuenta inicialmente fue una ciudad astur y luego fue conquistada por los romanos adquiriendo gran importancia. Hay que tener en cuenta que León fue un campamento romano que creo que se creó después de esta ciudad ser conquistada. Por lo que cuentan la ciudad era muy extensa y ocupaba una gran superficie del altiplano. Allí se siguen cultivando los campos y de vez en cuando se levanta alguna piedra o pieza. No es difícil encontrar cerámica en estos campos o por ejemplo tégulas romanas.
En el pueblo de Villasabariego, en la planta baja del ayuntamiento han montado un pequeño museo con algunas piezas de no excesivo interés que no se han llevado. Así, aparecen algunas piezas de cerámica de terra sigilata, un trozo de tubería de plomo, etc. Al mismo tiempo hay algunas maquetas y planos de las excavaciones. Tras esto y tras tomar una cerveza en Villafañe nos volvimos para casa. La idea era ver también la villa romana de Navatejera pero ya no había tiempo.
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