Alpera es una población que está camino de Albacete algo más adelante de Almansa. Está unos kilómetros apartada de la autovía lo que le da una mayor tranquilidad. Su clima es lo que marca la dureza del lugar. Frío, mucho frío sobre todo por la influencia del casi constante aire que se mueve por estos llanos.
Este pueblo como muchos de la zona sufrió una fuerte emigración hacia zonas más industriales. Tuvieron suerte porque tenían las importantes zonas industriales de Alicante cerca y muchos fueron a estas zonas. Hoy día es habitual encontrar cierto movimiento de personas los fines de semana, en general hijos de la población que suben de Alicante a pasar el día. Incluso mucha de esta gente ha rehabilitado viviendas para tenerla de vacaciones. También los cazadores animan las calles los fines de semana.
Es un pueblo de calles anchas y enormes casas. Situado junto a un barranco que mantiene las escasas parcelas en regadío que sirven para el consumo propio. El resto son secanos de vid, olivos y almendros.
Sitios que merecen visitar es La Hunde, la nevera, la cueva de la Vieja y el poblado íbero de Castellar de Meca.
Hoy nos dedicamos solo a Castellar y a la cueva de la Vieja.
Salgo de Algemesí y me voy a Caudete para recoger a mi Maria que viene de Molina de Segura. Deja allí su coche y se viene conmigo a Alpera. Este rodeo más el retraso de María hace que no lleguemos antes de las once de la mañana. Por lo menos aproveché para comprar aceite en la almazara Agulló. Es una almazara y fabrica de conservas familiar que se mantiene el pueblo de Caudete y que lleva el mismo apellido que yo.
Una vez en Alpera nos reunimos con mi hermana Palma y mi cuñado y no perdonamos un almuerzo en el bar El Cazador. Aquí el embutido es el fuerte y no tenemos más remedio que tomarnos unas chuletas de cordero con unos huevos y unas patatas a lo pobre.
Llenos de comida nos vamos a ver el poblado íbero de Castellar de Meca. Está en la carretera de Alpera a Ayora. Cuando esta se acerca a la enorme mole de la sierra del Mugrón es cuando hay que coger un camino de tierra que va a la masía de Meca. En la entrada del camino hay un cartel explicativo blanco pero con letras pequeñas por lo que hay que ir con cuidado para no pasarse.
Una vez se llega a la masia hay que pagar 4 euros por grupo pues la finca es privada.
A partir de allí hay que iniciar la ascensión a una estrategica planicie algo separada del grueso de la sierra donde se encuentra el poblado. Está bastante alto para un poblado pero era suficientemente estratégico para ser interesante.
De camino, a media altura aparece un aljibe cubierto moderno que nos indica que disponía el poblado de una fuente cercana.
A partir de la fuente aparece un camino en gran parte excavado que sube zigzagueando a la planicie. Destaca las carrilas producidas por el paso de los carros en época antigua. Ya en la base de las paredes rocosas que protegen el pueblo, aprovechando un ligero barranco aparecen unas escaleras excavadas en roca que daban un acceso rápido a la población, supongo que para subir agua. Subimos por ella y llegamos rápidamente a la planicie. La planicie está prácticamente sin excavar. Abundan las piedras y rastros de muros. También es muy común encontrar aljibes, algunos de gran tamaño, así como muchas y variadas obras en piedra como cazoletas, regatas, caminos. etc. Es enorme el trabajo que se hizo en piedra en este poblado. Prácticamente lo único que hay excavado son los distintos caminos que van recorriendo la población y que destacan por las profundas carrilas producidas por los carros. Curiosas son las bifurcaciones.
Pero lo que es espectacular es la bajada que hicimos por el camino principal de acceso a la población. Es todo un camino picado en roca en algunos puntos a más de dos metros de profundidad. Uno puede pensar que lo hicieron para suavizar la pendiente pero esto pierde fuerza cuando se ven algunos escalones naturales que rompen la suavidad y que no se esforzaron en picar. Si hicieron una enorme faena de picado en piedra para suavizar la ascensión, lógico es que no existieran estos escalones. Quizás quepa pensar en motivos defensivos. Si el que entraba a la población iba por una zona profunda entre paredes verticales de roca era fácil darles duro. Bajando se puede detectar los restos de donde debió de estar la puerta de entrada. Incluso se ve una muralla semicircular que protege esta zona que no posee paredes naturales.
Vale la pena volver con tiempo y rastrear bien toda la población y los numerosos abrigos rocosos que hay en las paredes alrededor de la población.
Tras esto nos fuimos a comer al pueblo. Comimos un plato de relleno que es una sopa con unas pelotas de carne que revitalizan y calientan el cuerpo. Luego probamos la oreja de cerdo.
Ya por la tarde nos acercamos a la cueva de la vieja. Es un abrigo rocoso que contiene pinturas rupestres. Esta cueva es bastante famosa por lo que debieron de tener interés estas pinturas. Sin embargo ahora están muy borradas y poco se ve. Recorrimos también la ladera de la cueva casi hasta la cumbre pues hay algunos abrigos más y se ve numerosa cerámica en el suelo pero no vimos nada más de interés.
Ya con esto dimos por terminada la excursión pues ya estaba anocheciendo.
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