Nos vamos hacia la Raya, la frontera que divide dos paises. Para ello cogemos la amplia carretera que va hacia Valencia de Alcantara.
Cerca de Malpartida de Cáceres está el embalse del Barrueco que por lo que he leido tiene especial interés por la cantidad de cigüeñas pero me queda mucho recorrido y no me paro.
En Valencia me doy un paseo por el pueblo. Tiene ya un cierto parecido a las poblaciones portuguesas. Vale la pena dar un buen recorrido por el centro de la población y sorprenderse por las curiosas calles de la judería con unas curiosas puertas de arco ojival. Destaca también el pequeño tamaño de las casas con muy poca fachada. El castillo recuerda a los de Hispanoamérica. Con amplios y bajos torreones en las esquinas, con forma de estrella típicos de las fortificaciones del XVII y XVIII en el que la artillería era la pieza clave de la defensa.
Tras la vuelta por la población se hacen las diez y voy a la oficina de información que hay en la misma carretera a su paso por la población. Un par de simpáticas y guapas mujeres me dan toda la información que necesito y las llaves de la antigua sinagoga. Vuelvo a introducirme en la población y voy a la judería. Está rehabilitada y solo quedan los arcos que la cubrían. Una penosa rehabilitación en la que algún arquitecto ha mezclado las formas modernas con las antiguas no impide a pesar de todo hacerse una idea de lo que fue.
Parece mentira que a estas alturas, después de la conciencia de los empastres que en sucesivos tiempos se han ido haciendo de las cosas antiguas, haya todavía una mayoría de arquitectos que siguen haciendo horrendas mezclas de nuevo sobre antiguo. En esta población también han metido mano en el castillo, con una triste puerta moderna y un edificio biblioteca moderno en el interior.
Las chicas de información me recomiendan ver los dolmenes de la Aceña de la Borrega. Hay dolmenes repartidos por distintas zonas pero me recomiendan estos. Hay algunos casi completos. No son de gran tamaño pero resultan curiosos. También es curioso el paisaje con montañas de rocas granítica de caprichosas formas.
Debe ser curioso arrimarse todavía más a la zona fronteriza pero no puedo entretenerme más. Para otra ocasión quedará ir por ejemplo a la pedanía de La Fontañera en el que la calle principal acaba en la misma raya de la frontera.
Vuelvo en dirección a Cáceres y me desvío en Membrío para ir a Alcantara. La carretera hacia Alcantara es rápida.
Llego a hora de comer. De todas formas todavía bajo a ver el puente. Desde luego es espectacular. Está muy rehabilitado. Todavía está en uso pasando la carretera por él.
Como en Alcantara. No recuerdo el nombre del restaurante, está en la carretera un poco más abajo del punto de información, a mano izquierda en una especie de replaza que hay en el inicio de una calle.
Es un localito pequeño, nuevo, con gente joven tanto en la cocina como en el servicio. Vale la pena promocionar a la gente joven. Comida normalilla.
Para hacer la digestión me meto andando por el pueblo. Llego al centro donde está la iglesia principal del pueblo. Da gusto en la tranquilidad del mediodía el ruido de pico de las numerosas cigueñas. Un poco más adelante el pueblo se termina y nos asomamos al enorme cortado que forma el río Tajo. Debajo está el puente. En esta zona quedan restos de edificaciones defensivas, la vía romana que bajaba hacia el puente y una iglesia, todo ello abandonado lamentablemente pues esta zona rehabilitada podía ser espectacular.
De vuelta paso por delante de la casa matriz de la Orden de Alcantara. Vuelvo a bajar hacia el río y me desvío en la indicación de la presa de Alcantara. Paso junto a una iglesia en rehabilitación en la que el arquitecto de turno ha dejado sus huellas modernas de mal gusto. El colmo es el edificio que han construido al lado totalmente moderno de muy dudoso gusto con grandes chapas de color cobrizo que molestan a la vista con su brillo.
Por este lado se llega a la subestación eléctrica y al poblado del embalse, cerrado y controlado por Iberdrola con lo que no se puede uno acercar a la presa.
Bajo al puente y lo cruzo. Destacar las defensas existentes de distintas épocas para controlar el paso del río. Un poco más adelante a la izquierda se ve la rampa del camino romano con el típico solado de grandes losas de piedra. Intento llegar por este lado del río a la presa. Por aquí si que se puede llegar por el camino que tiene la indicación de camping hasta la misma presa. De todas formas también está cortado el acceso. Hay un buen mirador que permite una buena vista de ella en un camino que se desvía. La presa es enorme y sobre todo llama la atención el enorme mar de agua que forma y que se pierde a la vista.
Continuo hacia el pequeño pueblo de Piedras Albas. Este pueblo está a pocos kilómetros de la frontera. Es curioso que en el mismo pueblo esta el antiguo puesto de control de frontera y la barrera a pesar de que todavía, como digo, quedan algunos kilómetros para llegar a la propia raya.
Aunque continuamos en España el móvil conecta con la red portuguesa por lo que hay que ir con cuidado con las llamadas.
Continuo hacia Zarza la Mayor y poco antes me desvío hacia Ceclavín. En este pueblo me dirijo hacia Portaje. Antes de llegar a Portaje me desvío hacia el escondido pueblo de Cachorrilla. Allí, poco antes de llagar al pueblo hay una cartel de un sendero que nos lleva a los Canchos de Ramiro. En esta zona existe una estrecha sierra llamada de la Garrapata que se extiende de noroeste a suroeste. Con esta se cruza el río Alagón formando una cerrada que dicen que es muy bonita. Además es una Zepa (Zona de Especial Protección para las Aves). Decido caminar un poco e inicio la ruta. Por la longitud que indica el cartel voy a tener muy difícil llegar al punto pero lo intento.
En el recorrido cruzamos distintas fincas valladas en las que hay que ir abriendo y cerrando cercas. Vamos por un buen camino que perfectamente se podía recorrer en coche.
Al final se me acaba el tiempo y tengo que dar media vuelta. Todavía me quedaba estimo que una media hora y encima cuesta abajo más la vuelta. Se quedará para otra ocasión. Da gusto caminar por estas espesas y tranquilas dehesas en las que te cruzas con vacas y con cerdos que pastan libres.
Tomo la dirección hacia Coria pero ya es tarde y estoy cansado de las caminatas de todo el día. También Coria y su catedral se quedarán para otro día. Me voy por el Portezuelo camino de Cañaveral.
Allí me despido tomando unas cervecitas de mis compañeros de empresa. Vuelvo a Caceres para cenar con uno de ellos en su casa invitado por su mujer.
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