Ya he dado bastantes patadas en esta zona. Una de ellas ya escrita en este diario de montaña. No obstante vuelvo a la zona repitiendo recorridos para enseñárselos a una buena amiga murciana y amante de las montañas.
Esta excursión fue para todo el día dado el tiempo necesario para ir hasta este lugar, especialmente desde Murcia y también por la extensión de los recorridos.
Hay que ir hasta Bicorp y cuando uno ya empieza a ver la población y a bajar hacia ella hay un camino asfaltado que sale a la izquierda y que se dirige hacia el restaurante Los Botijos. En este cruce hay una serie de pequeños carteles. Uno de ellos pone la indicación del restaurante citado que es una zona municipal de acampada.
Hay que seguir por este camino un cierto recorrido hasta bajar a la cuenca del rio Camuza. Después de cruzar el río por un badén hay un cruce. También en este hay una serie de carteles pequeños. Uno de ellos indica el camino de la derecha el que va a la cueva de la Araña. Este camino en el comienzo es estrecho y empieza en una especie de cuesta hormigonada.
Pronto se hace de tierra. Hay que seguirlo un buen trecho, volver a cruzar el río y seguir hasta volver a acercarse al río. En una zona recta paralela al río del camino hay un cartel del sendero de pequeño recorrido PRV-234.
Seguimos este recorrido. Empieza cogiendo un camino a la derecha, donde está el cartel. Apenas cogido el camino hay que coger una senda que sube la ladera. Hay que ir con cuidado pues no es facil de ver esta subida. Se sube rápido por la ladera hasta llegar a una pequeña repisa en la tierra. Esto es una antigua acequia que nacía en lo que luego veremos como azud de los Moros y que supongo que llegaría hasta algún molino o algo así. Hoy por la antigua acequia va una tubería para alimentar al pueblo de Bicorp. Se sigue toda esta acequia manteniendo cota y paralelo al río hasta llegar de nuevo al nivel de éste. En esta zona llegamos a lo que se llama el azud de los Moros. Es una pequeña acequia picada en roca, que parte del río y que era el inicio de la que hemos recorrido. En ella se desviaba el agua del río hacia a la acequia. Aquí, aunque cruzamos el río por el camino, lo abandonamos y seguimos el curso aguas arriba. Nos encontramos con bonitas pozas con agua de color esmeralda, transparentes y muy bonitas. Se sigue el curso y llegamos a un camino que seguimos hacia arriba. Al final de éste llegamos al nacimiento del río Camuza que no es más que un pequeño charco junto a una caseta donde parte la tubería que anteriormente comentamos que alimenta al pueblo.
A partir de aquí hay que seguir el río rodeando y saltando como se puede grandes peñas. El barranco se va cerrando cada vez más y haciendose las paredes cada vez más verticales hasta llegar a la Gola de Lucino.
La Gola de Lucino es un estrechamiento del barranco de tal nivel que ambas paredes se pueden tocar con las manos. Nos podemos adentrar por este inquietante estrechamiento hasta llegar a un punto en el que un salto nos impide continuar y nos encontramos encerrados en el interior de una profunda garganta como indica su nombre.
Volvemos sobre nuestros pasos pero esta vez no abandonamos el camino. Nos apartamos del río y llegamos a una intersección. Tomamos esta a la derecha y empezamos una dura cuesta al final de la cual está la famosa cueva de la Araña. Realmente no es una cueva sino tres abrigos rocosos. Uno no tiene pinturas pues las paredes están negras por los fuegos. Las otras dos están enrejadas. En una de ellas no se ve prácticamente nada. En la central es donde están las pinturas importantes. Entre ellas está la famosa pintura de la recolección de la miel. En ella se ven varios individuos subiendo por una cuerda con un cesto hasta un panal en el que vuelan las abejas.
Comemos aquí tranquilamente.
Por la tarde volvemos sobre nuestros pasos hasta el cruce. Tomamos la derecha y ya siguiendo todo el camino llegamos al azud de los Moros y luego al coche.
Cogemos el coche y volvemos al cruce del camino asfaltado. En vez de volver hacia el pueblo seguimos el camino y empezamos a subir hasta llegar a un cruce con un cartel que pone Caroche. En este camino podemos ver unas bonitas vistas del profundo río Fraile.
Tomamos el camino del Caroche que es de tierra y tras varios kilómetros empezamos a ver la mole del pico. Al final llegamos a un cruce donde hay una balsa pero seguimos adelante. Llegamos a otro cruce donde hay otra balsa más antigua y una gran explanada donde dejamos el coche. Realmente lo dejamos un poco antes pues el camino se pone un poco complicado por la nieve y no queremos arriesgarnos. La balsa es alimentada por una escondida fuente donde podemos repostar agua. En este cruce también nos encontramos con el sendero de gran recorrido GR-7.
Subimos andando por el camino que va al pico. El pico en esta subida si se hace sin gente es realmente misterioso. El pico está formado por una serie de banquetas de roca como un castillo natural. Los pinos azotados por los vientos y las inclemencias crecen como pueden. Arriba la vista es espectacular llegando hasta el mar. Hay una caseta de vigilancia permanente antiincendios. Ya con esto el atardecer nos llega y no hay que tentar más al tiempo que ha estado amenazador durante todo el día.
Nos volvemos al pueblo y tras dar una vuelta por éste y tomar un café damos por terminada la excursión.