Después de unos días en Lima y Cuzco para
seguir trabajando, aunque con un poco de cambio de ambiente, vuelvo a la
realidad de Chalhuahuacho.
Aquí incluyo alguna foto del río Chalhuahuacho
que pasa por detrás de la oficina. Es un bonito río de montaña pero no a su
paso por el pueblo, sucio y lleno de escombros sus riberas.
En estos momentos estoy viendo un documental
de la TVE en el que habla de la situación de los jóvenes con la crisis. Habla de
la emigración como una forma de ganarse la vida y conocer mundo. Lo ponen
bonito, como algo bueno e interesante.
Nunca he sido contrario a viajar para
trabajar. He viajado mucho por España y he pasado años en distintas comunidades
autónomas y me he impregnado de sus costumbres. Esto ha incrementado mi
espíritu y mi visión de la vida.
Con este mismo criterio y viendo la situación
del trabajo en España aproveché la opción de viajar a Perú para trabajar.
Pero la situación es distinta. Salimos a un
mundo muy distinto y hostil. Las costumbres son muy distintas y la calidad de
vida muy inferior. Supongo que habrá distintos casos y habrá gente que irá a
países civilizados con trabajos interesantes. Pero en la mayoría de los casos,
como el nuestro, se va a pises con una calidad de vida muy inferior.
Ahora las empresas, prestas a aprovecharse de
la situación, han empezado a contratar a personal con condiciones muy
inferiores a las que se pagaban hasta hace poco y el trabajo es poco menos que
de esclavitud.
Tampoco es válido el concepto de que se viene
a desarrollar a estos países. En estos países las empresas vienen a hacer
negocio aprovechándose de la escasez de normas y la corrupción campante.
Se habla de globalización pero no se fomenta
una globalización social.
Por otro lado habrá gente con pocos lazos
familiares pero los que nos sentimos integrados en una unidad familiar funcional
padecemos la distancia. Las 25 horas que cuesta más o menos llegar a casa es
una losa muy dura, que no se ve compensada con los dos viajes al año que paga
la empresa. Ver a la familia cada 6 meses es perderla y el tiempo pasa rápido y
no se recupera.
Que hablen los políticos de la emigración como
una opción divertida e interesante es obsceno. Siempre habrá gente que quiera
conocer países y vivir en otros lugares pero que la gente se vea obligada a
ello es penoso.
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