En esta zona de Perú todavía las poblaciones
están integradas en comunidades, especie de asociaciones indígenas. En cada
ayuntamiento puede haber varias comunidades y cada una tiene sus poblados y su
terreno.
En este mundo de hoy en día la gente se ha
acostumbrado, no solo aquí sino también en España, a pedir a pedir como si papa
Estado fuera una fuente inagotable de dinero. Aquí las comunidades alentadas
por sus dirigentes se levantan periódicamente y cortan los caminos declarándose
en huelga. Unas veces van contra la mina para exigirle más prebendas, contra el
gobierno o contra quien sea. Es cierto que en estos países la miseria se palpa
y sus dirigentes poco hacen para evitarla. Pero también es cierto que la gente
se ha acostumbrado a pedir y no hace nada por si misma.
Razones o no aparte, la semana pasada cortaron
las carreteras de acceso a la zona para protestar contra el gobierno. En
principio la obra ha seguido trabajando pero ya con los inconvenientes de que
no puede subir nadie ni bajar y que los suministros se van agotando.
Este día de hoy, lunes, los de la comunidad de
Mara, pueblo cercano a la mina han cortado el acceso al campamento de Bechtel y
esto ha hecho que la empresa declare el desalojo masivo de los trabajadores. Ya
llevaba días bajando gente, principalmente jefes, por distintos medios,
fundamentalmente en helicóptero.
Nosotros, los 12 de OHL hemos seguido
trabajando hasta el día de hoy en el que nos ha ordenado la empresa Bechtel que
desalojemos.
Así que hemos recogido todos los equipajes y
los aparatos de topografía de más valor y nos hemos puesto en marcha.
Disponemos de una furgoneta (aquí las llaman van) y tres todo terreno pick-up (aquí
las llaman camionetas).
La empresa Bechtel ha organizado un convoy de vehículos
variopintos, camionetas, autobuses, microbuses y van. Salimos de uno de los
campamentos escoltados por varios coches de la policía, delante y detrás.
No salimos por la ruta directa a Cuzco sino
por otra mucho más larga y complicada que nos lleva a la capital del
departamento de Apurimac llamada Abancay.
Nos dan comida consistente en galletas y
chocolatinas y una botella de agua de 250 ml.
El convoy comienza a funcionar. Salimos muy rápido
por los caminos de tierra, a unos 40 o 50 km/h que es una velocidad alta para
el estado del terreno. A los de OHL nos han puesto en cabeza solo por detrás de
los coches de policía.
No se por detrás como irán el resto de los
vehículos, sobre todo los autobuses pero puedo ver como los minibuses que llevo
detrás mantienen bastante bien la marcha rápida.
Aquí la mayoría de la gente no tiene carnet de
conducir (o como llaman aquí brevete). Aunque es bastante más barato que en
España muchos no se lo pueden permitir pero la mayoría es que ni se molestan.
Además a los señoritos ingenieros de aquí les gusta ir con chofer. En la obra
hemos tenido que contratar a una serie de choferes para poder mover a la gente.
Pero hoy no podemos bajar a los choferes pues sino no cabemos aparte de que son
de aquí y no nos interesa llevarlos para abajo cuando no sabemos cuando vamos a
volver a subir. Así que no nos queda más que conducir a los españoles. Tampoco
me fio de moverme por estos caminos conduciendo otro.
Si no me equivoco y por lo que he visto luego
en el Google Earth fuimos hacia el Oeste hasta la población de El Progreso.
Luego continuamos hacia Ahirihuanca y Santa Rosa y luego giramos hacia el Norte
pasando por Lambrama y Hacienda Matara. Por fin se llega a una carretera
asfaltada a pocos kilómetros de la capital Abancay.
No llevábamos muchos kilómetros en un poblado
que creo se llama Record había a la entrada mucha gente. Parece como que
estaban de fiesta o en una venta de caballos porque habían muchos pero la
cuestión es que cuando nos vieron se echaron hacia la carretera para pararnos.
Conseguimos pasar los dos coches de policía, los cuatro de OHL, un todo terreno
de otra empresa, una furgoneta de Xstrata y dos minibuses de GyM. A los demás
coches los pararon. Según comentaron en el convoy iban unas 500 o 600 personas
y solo pasamos como 50 o 60.
La policía se volvió atrás para negociar y
nosotros seguimos el resto del camino en solitario. Por lo que se parece que al
final les dejaron pasar pero nosotros ya no los vimos pues debieron de pasar
bastante más tarde. Por lo que sabemos además hubo algún herido por pedradas.
Seguimos lo más rápido que podíamos sin saber
si podríamos continuar o nos pararían más adelante. El camino estaba lleno de
polvo y apenas podía ver uno la estela del coche de delante. Los caminos aquí son
estrechos, llenos de piedras, baches, hundimientos laterales, desprendimientos,
puentes estrechos de madera y se hace muy peligroso con la mala visibilidad
producida por el polvo. Hay que ir además con mucho cuidado pues en cualquier
sitio te encuentras animales, niños o personas en el camino. Por suerte no te
encuentras muchos coches de frente pero cuando te encuentras alguno sobre todo
en algunos lugares estrechos y con cortados el cruce hace parar el convoy y jugarse
el tipo.
La cosa se complica cuando se hace de noche.
Apenas ves la carretera en la oscuridad y con polvo y en muchos casos llegas a
dudar por donde vas.
Todavía de día nos encontramos un camión
atravesado con una rueda pinchada que impedía el paso y tuvimos que ayudarle a
cambiarla para poder pasar.
Ya de noche nos equivocamos de calle en un
pueblo y tuvimos que volver atrás para continuar. El viaje se hizo
interminable.
Llegamos sobre las 2 horas de la mañana a
Abancay, cuando habíamos salido sobre la 1 de la tarde.
Todavía nos quedaban unas 4 horas para llegar
a Cuzco pero el cansancio y el polvo que habíamos tragado nos hizo buscar un
hotel y dormir allí.
Yo llevaba los ojos rojos de tanto polvo que
habían tragado y sin poder dejar de mirar a los caminos.
Realmente fue un autentico rally aventura.
Ya al día siguiente y con pocas horas dormidas
fuimos hasta Cuzco por una carretera asfaltada pero no sin dificultades de todo
tipo.
Ya al día siguiente y con pocas horas dormidas
fuimos hasta Cuzco por una carretera asfaltada pero no sin dificultades de todo
tipo.