Las fiestas invitan a descansar y no meterse en nuevas aventuras. Pero La Murta siempre está ahí, cerca, como recurso para días sin ideas.
Cuando yo era pequeño uno casi ni dormía la noche de Reyes y madrugabas para ver que regalos te han traido. Hoy la gente empieza a despertarse cualquier día de fiesta a las doce de la mañana y a las dos de la tarde están empezando a ver los regalos. Así que yo no me voy a quedar sin montaña y organizo una excursión para acabar a mediodía.
A las ocho ya estoy en la puerta de La Murta. Hago la ruta ya comentada de la Cruz del Cardenal pero me quedo con ganas de más montaña. Así que bajo de nuevo al collado y tomo la senda que va hacia el Cavall Bernat. Según se va por la senda que sube a la Cruz y antes de llegar al collado hay un desvío a la izquierda que lleva hacia el Cavall. El problema de esta ruta es que cuando llega a la pared rocosa hay que subir en vertical por una grieta un poco peligrosa, sobre todo si uno va solo. Después de la grieta hay una garganta bastante angosta e inclinada que va salvando las paredes que por este lado forma el pico. Pero hay otra ruta que va del collado hacia esta garganta por una repisa entre dos paredes. Hay que ir con cuidado de no resbalar pero no es peligrosa. A continuación hay que subir la garganta también llamada por la gente pedrera. Aquí también hay que ir con cuidado de no resbalar pues uno no sabe donde pararía ni cuantos golpes se daría en una caida. También se me a dado el caso en alguna ascensión de que alguno que iba más arriba ha levantado una piedra con sus patazas y ha bajado rodando teniéndola que salvar como uno ha podido.
Una vez pasada esta garganta estas prácticamente en el Cavall. Es más alto que la Cruz y con más vista hacia el lado de la Albufera y Valencia. Tiene una fiambrera con una libreta pero esta no la cuida ningún grupo excursionista ni ayuntamiento por lo que se van perdiendo y mojando hojas.
Cuando uno sale de la pedrera a la izquierda está el pico. A la derecha hay un macizo rodeado de paredes verticales pero que con cuidado se puede recorrer y que es curioso por la sensación que da de estar en el aire.
La bajada de Cavall Bernat la hago por el oeste. Aquí la bajada es una larga cadena o sierra que va disminuyendo de cota poco a poco en unas largas y peladas llanuras que en días de aire y frío son duras. Un día soleado como hoy, sin aire y de bajada es un apacible paseo.
Se llega a un punto donde la senda se parte en dos. En este punto hay un mojón de piedras que sirve de referencia en estos llanos muy similares.
Si se sigue recto se llega a un collado que es el punto más bajo de esta sierra. En este collado hay una bajada hacia el Racó de les Vinyes hacia la izquierda y otra hacia Corbera a la derecha. Si se continua más allá de este collado se sube a la Penya Roja que es el útimo farallón que se asoma hacia la Ribera Alta.
Pero yo me bajo por la senda comentada anteriormente, la del hito de piedras. Esta baja a la finca de La Murta. Se llega pronto a una de las pistas de la finca. Si uno va hacia la derecha después de rodear un montículo se llega a la puesta de entrada. Si se va hacia la derecha se sigue un camino agradable en invierno que va por la solana del valle hasta el camino que sube a la Cruz.
En vez de bajar por este camino hacia el convento está la opción de coger una senda que baja por la fuente del convento. Está poco antes de la intersección comentada del camino de la Cruz. Es una senda estrecha entre los matorrales pero bien pateada que sale a la derecha. Por ella se va bajando por una zona de mucha umbría y bastante embarrada. Al poco se llega a la fuente. Un buen chorro de agua que nunca he visto dejar de manar. Lo curioso es la mina que hay justo encima que se hizo para buscar el manantial.
A partir de esta fuente sale el acueducto que lleva el agua hasta el monasterio. Es un acueducto formado por un muro de mampostería. En la parte superior y recibido con mortero va el canalillo formado por una sucesión de tejas vueltas bocabajo. La pendiente longitudinal del acueducto es muy alta y el agua sale lanzada a gran velocidad por lo que en el pequeño cuenco que forma la teja cabe todo el caudal de la fuente. Tuvo que ser una obra bastante entretenida para conseguir que el agua no se saliera, dada la velocidad, ante cualquier cambio de rasante, quiebro o curva. El acueducto pasa algunos puntos más profundos o barrancos que resuelve con arcos en el muro.
Al final el acueducto llega a un par de balsas en la parte alta del monasterio a partir del cual se repartía para sus distintos usos.
En estas zonas de las balsas hay un ermitorio a la derecha excavado en roca en lo alto de un peñasco. Poco más arriba hay otra ermita de obra ahora en excavación arqueológica.
Si el jardín de la mansión está abierto vale la pena entrar y descansar un poco entre el ruido del agua.
También contemplamos las ruinas del monasterio donde se puede ver perfectamente los restos del claustro. La Virgen de la Murta también puede ser vista si el jardín está abierto. En este jardín también hay una almazara donde todavía está la piedra de molino.
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