Es el pico de la Cornisa Cantábrica que más se me ha resistido. Lo intenté la primera vez a -14 ºC y la nieve, ya bien arriba, me impidió llegar a la cumbre. Otras veces lo intenté y siempre salió el día lloviendo pero este día fue la vencida.
Así que nos fuimos para Babia, concretamente al pueblo de Torre de Babia. Allí dejamos el coche y salimos por el camino que se mete en el valle que va hacia el pico. Pasamos por la torre que da nombre al pueblo y seguimos por el camino que llega hasta poco antes de la laguna de Los Verdes. Continuamos hasta ella y la rodeamos por la izquierda para subir la dura pedriza situada entre paredes cortadas.
Una vez llegamos a la divisoria donde se puede subir por un barranco a la derecha o por las canales hacia la izquierda elegimos la segunda. Nos costó subir por las empinadas canales, a Luisa especialmente que no está tan acostumbrada a ir a cuatro patas entre rocas. Es mucho más dura de lo que parece desde abajo.
Pasadas estas duras canales se abre un pradito no menos empinado y costoso y ya en la parte alta empiezan las últimas rocas que forman el pico.
Arriba nos encontramos con unos montañeros mayores, asturianos que habían subido por el barranco de la derecha de la divisoria que comenté antes y que por lo visto hace mucho más fácil el ascenso.
Decidimos bajar directo hacia el pueblo por la cresta que se dirige hacia él. Por la apariencia pensábamos que el descenso iba a ser fácil. Sin embargo la cosa no fue así. Pronto nos encontramos con una zona más cortada y vertical por la que nos costó más bajar y sobre todo decidir por donde. Luego cuando ya creíamos que estaba todo hecho y pronto llegaríamos al camino, la cosa no estaba hecha y el recorrido era largo y había que bajar bastante. Sobre todo nos estorbó bastante las zonas de matorrales que nos hacía dar rodeos y complicaba el camino. No había ningún sendero claro. Al final llegamos al pueblo bastante acalorados.
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