El pico del Braña Caballo es espectacular, cuando uno sube hacia Pajares y va por Villamanín aparece una enorme mole por encima de otras montañas. Es de laderas suaves pero destaca mucho sobre las demás. Sobre todo destaca mucho en invierno pues se llena de nieve y se queda muy blanca.
Quedo con mi amiga Luisa y mi compañero de trabajo Raúl. Como he dicho en alguna otra ocasión Raúl es montañero nato y se ha recorrido todas las montañas de esta zona y las de buena parte de España.
Así que subimos hasta Millaró. En este pueblo dejamos el coche y empezamos a subir. No lo hacemos por la pista de tierra que sigue el valle hacia el fondo, al final del pueblo, sino que subimos a mitad del pueblo hacia la izquierda. Por aquí sale una pista que sube por un barranco directo hacia el pico.
Tras una larga subida llegamos a otra pista que rodea el pico manteniendo cota, que viene del vecino pueblo de Camplongo y que va hacia Villanueva de Pontedo. Seguimos un poco hacia Villanueva y aquí hay que dejar el camino siguiendo por la única cresta que hay en esta zona.
El día está algo nublado pero no está muy mal. De todas formas la cumbre de la montaña está cubierta. A medida que subimos se va nublando cada vez más y al final nos quedamos cubiertos por una espesa niebla. El viento va aumentando y el frío se va incrementando cada vez más.
Llegamos a la nieve. Días antes había visto el pico en un día despejado y me parecía que había zonas no cubiertas por la nieve. Pero aquí solo se ve que nieve y además muy dura por lo que es difícil caminar por ella. Raúl está muy acostumbrado a caminar por la nieve y sube sin problemas pero yo lo veo muy complicado.
Al final desistimos de continuar pues no se ve ninguna zona sin nieve. Empezamos a bajar y echo una última mirada atrás. Entre la niebla y la nieve me parece ver una pequeña franja más oscura. Fijo la mirada a pesar del fuerte viento y frío y veo como la niebla despeja ligeramente y deja ver una franja de tierra sin nieve. Parte de mi lado izquierdo unos cincuenta metros más allá y sube cruzado hacia la derecha. Llamo a mis compañeros. La alegría es grande pues no hay nada más doloroso que tener que desistir cuando tienes buena parte del pico subido.
Seguimos subiendo. La nieve ya no nos molesta pero el viento congelado es cada vez más fuerte. La pendiente además es fuerte. Seguimos metidos en la niebla. Toda la hierba empieza a estar helada. El forro polar mío empieza a acumular hielo que se va formando con el sudor y la humedad del ambiente. Las cejas también se me congelan.
Esta mañana con el buen tiempo que iba haciendo estos días decidí en casa no cargar con el gorro de lana y los guantes. Tremendo error que echo muchísimo de menos. Tengo que llevar las manos en los bolsillos del forro polar pues es imposible tenerlas a la intemperie.
Al final llegamos arriba pero no podemos estar más que algún minuto arriba. El pico no es un congelador sino un auténtico túnel de congelación.
Comentar que en esta caminata también nos ha seguido hasta arriba el pequeño perro de Millaró que me acompañó hace unos días en otra caminata por la zona.
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