07-04-22 Pico del Mampodre (León).

            Es uno de los picos que llevo tiempo pensando ascender pero es de los complicados y además lleva un buen rato ir desde Huergas hasta su base.

            Esta vez decido ir para allá sin demasiado convencimiento. Por un lado la fuerte nevada de marzo ha dejado mucha nieve en las altas montañas incluso en estas fechas. Por otro lado subo con Luisa que tiene poca experiencia en montaña pero mucho ánimo. Además tampoco conozco bien el camino por lo que es probable que no llegue.

            Llego hasta un pueblo llamado Maraña. De Huergas voy a La Robla y sigo la carretera que va en dirección Este hasta Boñar. Ahí me desvío al norte hacia el puerto de San Isidro. Cuando llego a Puebla de Lillo me desvío hacia el puerto de las señales. Lo cruzo y voy hacia el puerto de Tarna. En la misma cumbre me vuelvo hacia el lado de León por la carretera que va hacia Riaño. En esta carretera hay un desvío que lleva al pueblo de Maraña. Es una paliza de viaje por la alta montaña leonesa.

            La carretera en Maraña se acaba y continúa con una pista de tierra. Más adelante hay un camino que cruza el arroyo y se va hacia el valle de Valverde. Por este valle está una de las rutas que sube al pico de La Cruz que es el principal del macizo del Mampodre. El valle primero es estrecho y empinado pero luego se abre y se hace más ancho como una especie de antiguo glaciar. Llegamos hasta aquí y paramos. La caminata desde el pueblo es larga y Luisa todavía no está acostumbrada.

            Nos tumbamos en la hierba y descansamos. Tampoco creo que hubieramos podido llegar arriba ya que en la parte alta todavía hay buenas zonas de nieve.

            Estábamos tumbados y de repente oí claramente como algo que corría y de repente como sorprendido detenía la carrera y se paraba. Los pasos eran nítidos y parecía como si se hubieran parado al lado mismo de mí. Me senté rápidamente y miré para todos los lados pero no vi nada. Aquí la vegetación es rala y no hay ningún árbol por lo que se domina una amplia zona. Miro en las laderas de enfrente; a veces el sonido en estas zonas silenciosas se difunde claramente y más estando cerca del suelo pero no veo nada. Los pasos perfectamente podían ser de un animal o de una persona. Mucho más arriba había algunas parejas de montañeros pero demasiado lejos y por supuesto ninguno corría. Le dije a Luisa: “¿Has odio eso?”. Ella me contestó: “¿Los pasos? Ella también los había oído. ¿Qué fue?

            Descansamos, comimos y nos fuimos de vuelta para el pueblo. Otra vez será.

            La vuelta la hicimos por Riaño. Aunque se da una vuelta quizás sea el mejor camino.

            Entre el pueblo de Riaño y la presa la carretera va dando curvas entre dos brazos del embalse. Hay un pequeño camino a la izquierda que indica una ermita. Es una preciosa ermita en medio de un prado en un promontorio rodeado por el embalse. Allí nos tumbamos en la hierba y disfrutamos de un cálido sol.