Ayer hice la subida al pico Yordas. Asi que hoy las piernas no están para mucha paliza y decido hacer una excursión en coche.
A mi novia le gustan especialmente los petroglifos, esas extrañas marcas en la roca que nadie conoce que significado tenían. Hace algún tiempo vi, en una guía de Asturias, que en un pueblo llamado Castro los hay, así que decidí ir a buscarlos. Está lejos pero si no se intenta...
Salgo de Huergas y bajo hasta La Robla. Me voy para La Magdalena y allí cojo la carretera que va para Villablino. Es una carretera en buen estado que pasa muchos pueblos. Pasa un par de puertos pero no es una carretera complicada. En ella cabe destacar el pueblo de El Castillo con esas ruinas de castillo de las que he hablado en otra ocasión. También cabe destacar el paso de la teja a los techos de pizarra según uno se va acercando hacia Villablino. Ya cerca de esta población la carretera baja por un estrecho y empinado valle lleno de robles que en verano es muy bonito pero ahora con todos los árboles caducos el paisaje es más triste.
En Villablino las minas asoman por todos los sitios. Alguna todavía funciona.
Paso Villablino y me dirijo al puerto de Leitariegos. En lo alto hay una estación de ski del mismo nombre. Es pequeña con solo dos o tres edificios y varios remontes en una ladera bastante empinada. No hay ni gota de nieve y está parada. Este año es un desastre para la nieve.
Tras esto la carretera baja por la ladera del valle del río Naviego hasta Cangas de Narcea. Aquí es donde hay una mina a cielo abierto de oro pero no me paro a buscarla.
Sigo hacia Oviedo y a pocos kilómetros me desvío hacia Pola de Allande. Después de este pueblo comenzamos un puerto de montaña que cruza al valle del Navia. El puerto es grande. La sierra que separa el Narcea del Navia es muy grande, el puerto llega a los 1146 m de altura. Tras esto se inicia una nueva y larga bajada hasta Grandas de Salime.
Aquí se ve un gran mar de niebla que ocupa todo el valle del Navia.
Antes nos encontramos el embalse de Salime. Es una gran presa de gravedad que me recuerda mucho al embalse de Jándula en la provincia de Jaén. Ambos tienen la central electrica en la base de la presa, bajo la rampa de descenso del agua de las compuertas de superficie, como una gran joroba. Aquí estamos bajo la niebla y tenemos un pisaje gris y oscuro. De la presa destaca los restos de instalaciones de la planta de áridos y de cemento que se desploma en una empinada ladera lateral. Enfrente hay un curioso balcón mirador que por suerte está abierto pues se entra a través de un pequeño túnel.
Estamos en una zona muy interior de la provincia, ya lindando con la de Lugo. Se nota mucho lo olvidada y escondida que está esta zona. Grandas de Salime que es lo más importante de por aquí es un pequeño pueblo.
Continúo hasta el pueblo de Castro que no son más de 10 casas. Por lo menos tiene un albergue que supongo que en verano le dará cierta vida. La niebla es persistente y no se ve nada. Sigo unas indicaciones y llego hasta un edificio nuevo de los que hacen ahora los arquitectos cuadrados y feos. Está en medio del campo y todavía no se ha puesto en marcha. Por lo visto va a ser un museo. Sigo un camino de tierra pero la niebla no me deja ver nada. Al final veo un paisano y le pregunto. Me acompaña hasta el castro que hay en este pueblo pero está vallado y cerrado. Solo lo abren en verano. Es un castro por lo visto importante. Después fue poblado romano por lo que hay muchas edificaciones de piedra cosa que veo en un cartel y me cuenta el paisano.
Sigo la carretera y unos kilómetros más adelante hay unos carteles que indican la dirección de un túmulo funerario y de los petroglifos. Al final encuentro el túmulo junto al camino. Es apenas un pequeño bulto en el terreno que ahora está cortado por la mitad. El cartel indica que los paisanos desconocedores de lo que era lo utilizaron para sacar tierra por lo que destrozaron la mitad. Ahora lo han dejado así para mostrar la estructura del túmulo.
Más adelante encuentro el cartel de los petroglifos, en un cruce con otro camino. En la margen contraria del camino asoma unas pizarras y allí apenas se distinguen unas cazoletas que bien podrían pasar por naturales. La construcción del camino se ha comido parte de la roca. Sigo este camino y más adelante, en un nuevo cruce, encuentro un terreno baldío donde asoman también las pizarras. También encuentro allí algunas cazoletas poco definidas. La niebla me impide ver si hay más rocas cerca.
También en estas rocas hay uno monigotes iguales dibujados que el cartel indica que son posteriores a los petroglifos. A mi me parecen modernos. Desde luego si no hay más por la zona y yo no los encontré esto no ha valido el montón de kilómetros que me he corrido.
Sigo la carretera y más adelante hay otro desvío que marca el resto arqueológico de Penafurada. Según el cartel es una toma de agua que hicieron los romanos para llevar el agua a una antigua mina de oro que hay a algunos kilómetros. Usaban el método de ruina montium y para ello utilizaban mucha agua. Se llama penafurada porque lo que te enseñan es una peña que está horadada para pasar la acequia que lleva el agua. El hueco hecho en la roca tan solo tiene un par de metros de longitud y mas o menos 1x1 de ancho y alto. A continuación de esta peña está el inicio de la acequia que toma el agua de un arroyo. No busco la mina pues no se donde está y no espero gran cosa si ni siquiera la señalan.
Esta zona está llena de pequeños poblados de unas pocas casas cada uno perdidos por toda la montaña. Pequeñas carreteras asfaltadas los unen a la civilización pero te tiras un montón de tiempo para salir.
Vuelvo a la carretera principal por llamarla así y sigo mi camino ya de vuelta. Pronto llego al alto del Acebo y paso a la provincia de Lugo que aquí se mete dentro de la provincia de Asturias. Poco más adelante hay un desvío que lleva hacia Lugo o de nuevo hacia Asturias. Tomo el segundo camino que es hacia la izquierda. Pronto aparece una rotonda. Hay que tomar el primer camino que aparece a la derecha. Desde aquí la vista del profundo valle del río Navia es impresionante. La enorme cola del embalse de Salime llega mucho más arriba todavía. Pensar que hay que bajar el valle para luego volver a subir me hace pensar en donde me he metido. Tras bajar y volver a subir llego por fin al pueblo más importante de esta zona ya de nuevo en Asturias. Es el único en el que he visto sitio donde poder comer pues ya es más de las tres y media de la tarde. El pueblo se llama San Antolín de Ibia.
En el restaurante que hay frente a la iglesia me dan unos garbanzos con rabizas y una carne guisada bastante buenos. Sobre todo los garbanzos. Las rabizas es una especie de acelga que cultivan por aquí. La carne guisada eran unos enormes tacos de carne muy tierna aunque el sabor que le habían dado con la condimentación no me gustaba demasiado. Este es un lugar de esos donde te ponen la sopera para que te sirvas todo lo que quieras.
Prosigo el camino y pronto encuentro una intersección. Dudo por cual ir pues los dos me valen y no se cual puede ser peor para salir de esta zona tan escondida.
Creo que al final elijo el peor pues me meto por una estrechísima carretera de montaña llena de curvas que sube de nuevo hasta el llamado puerto del Connio. Se mete en la Reserva Natural Integral de Muniellos que por lo visto es un enorme robledal pero que ahora está todo caduco.
Vuelvo a bajar hasta el valle del río Narcea para tomar la carretera que lleva a Villablino. En esta carretera encuentro algunas minas de antracita pero no me paro. Paso el puerto de Rañadoiro y luego el de Cerredo y por fin me meto de nuevo en León.
No se los puertos de montaña que he pasado pero estoy ya machacado.
Paso Villablino y tomo la ruta de Babia para volver hacia casa pues creo que será un poco más rápido.
Una vez paso todo Babia y paso por debajo del puente atirantado de la autopista de Oviedo me desvío hacia Geras pasando un nuevo puerto de montaña. Por fin una vez en Geras ya solo me quedan unos pocos pueblos para llegar a Pola de Gordón y de ahí a casa.
No se los kilómetros que he hecho pero no los quiero ni contar.