Me tocó esta semana estar unos días en Madrid haciendo un
curso. Vino conmigo Luisa. Aprovechamos las tardes para salir y ver alguna
cosa.
Fuimos el lunes hasta el Palacio de Oriente con idea de
verlo pero llegamos a las 18 h, momento en el que cierran.
Lo volvimos a intentar el miércoles. Para ello comimos
rápido y nos fuimos para el centro para llegar a tiempo. Y cuando llegamos nos
encontramos con que el palacio lo tenían cerrado por actos oficiales. Para
pagar impuestos y mantener estos lugares si que somos el pueblo soberano pero
no para poder disfrutarlos.
Tras el nuevo fracaso nos bajamos a la parte baja para ver
si podíamos entrar a los jardines del Campo del Moro. Fuimos bordeando los
jardines hasta llegar a la entrada en la parte opuesta al palacio. Cuando
llegamos faltaba algo más de media hora para cerrar. Entramos y disfrutamos de
este cuidadísimo oasis dentro de la antinatural ciudad que es Madrid.
Pudimos pasear por algunas de sus calles. También pudimos
ver un enganche de caballos de las Reales Caballerizas practicando en los
jardines. Unos caballos holandeses formidables. Nunca había visto unos caballos
tan altos.
Por los jardines también nos encontramos un todo terreno de la guardia civil circulando por sus calles haciendo vigilancia. Para la protección de los gerifaltes
si que existen todos los medios que haga falta. Para la seguridad de la
población hay más problemas.
Es bonito ver como se protegen aquí las aves en este
rincón de tranquilidad. Nos llamó la atención la enorme bandada que encontramos
de por lo menos 100 individuos de cotorras que nos encontramos en uno de los
prados. Esto debe ser el fruto de esa manía de hoy día de tener animales
exóticos en casa que al final se escapan y hacen colonias en estos lugares
desplazando a la población autóctona.
Es curioso que las ordenanzas de todas las poblaciones
prohíban tener conejos, gallinas, vacas o cualquier otro animal doméstico por
razones de higiene y que sin embargo haya permisividad en tener cotorras,
tarántulas o pitones. Es esa especie de protección de la naturaleza frívola y
absurda.