08-06-08 Parque natural de Somiedo (Asturias).

          Este día teníamos pensado subir al pico del Montihuero en Babia. Pero este pico se me resiste y llevo varias veces yendo para allá y poniéndose a llover.

         Este día me pasó lo mismo. Subimos para Babia y se puso a llover. Así que decidimos pasar a Asturias y echar un vistazo a la zona de Somiedo a ver que hay.

         Así que continuamos hasta Piedrafita de Babia y nos desviamos hacia el puerto de Somiedo. Es una zona bonita con unas altiplanicies en la zona del puerto con unos pequeños caseríos envueltos en lluvia y niebla.

         Bajamos hasta Pola de Somiedo y allí vimos que hay un edificio moderno que es el centro de interpretación del parque. Entramos en la exposición que hay y nos informaron de lo que se podía ver.

         Paseamos por el pueblo y llegamos hasta el museo llamado “Los Oficios”. Es una pequeña exposición de herramientas y materiales antiguos usados por distintos oficios.

         Luego paramos en una tienda para comprar madreñas pero no había de nuestro número.

         Nos fuimos a continuación a ver las pallozas que te enseñan con el precio de la entrada del museo y que está en otro pueblo llamado Veigas.

         Así que nos fuimos para allá y nos las enseñaron. Son unas edificaciones de piedra con techo de madera forrado de escobas (ramas de un arbusto de la zona). Nos enseñan dos. Una de dos plantas y otra de una sola. La de dos plantas tiene la distribución típica de todas estas tierras. El piso de abajo es la cuadra. El piso de arriba, que se entra por fuera con una escalera de piedra, es la vivienda. Consta de tan solo dos habitaciones, la cocina – salón y el dormitorio. El fuego se hacía en medio de la habitación, sobre el suelo. El caldero de la comida se sostenía con un trípode. Esto servía para calentar de paso la vivienda. El techo no tenía chimenea. El humo traspasaba el techo de escobas. Esto hacía que todo el humo y la brea que se pegaba impermeabilizara el techo.

         La segunda palloza era de una sola planta. En ella a la entrada, a la derecha, como si fuera una habitación más estaba la cuadra, separada por tablas. Las ventanas y las rendijas de las tablas hacía que el calor de los animales entrara en la casa. El resto era una gran sala que hacía de cocina y de dormitorio.

         Tras esto nos volvimos para casa pues el tiempo no daba para más.