Hoy tocaba una excursión cultural y decidí ir para el Bierzo.
Así que desde Huergas tomamos el atajo que va por La Magdalena, Soto y Amio, Valdesamario, Tremor hasta acabar en Bembibre. Seguimos sin parar hasta Ponferrada. La idea era ver el castillo templario. También tenía idea de ver la exposición de Las Edades del Hombre si no estaba masificada. Como lo estaba, pues solo vimos el castillo.
Por lo menos la exposición nos permitió llegar sin problemas y tener un aparcamiento bueno habilitado para esta. Queda un poco lejos de la zona donde está la exposición y el castillo pero solo es un paseo.
El castillo es famoso por ser templario pero por lo que dice el folleto de templario ya no le queda prácticamente nada. Hay quien dice que su aspecto militar y espartano viene de este origen pero la mayor parte se construyo después. Partió de un recinto fortificado que constituyó un castro pero en el siglo IX fue destruido. Lo reconstruyeron los templarios para proteger el Camino de Santiago pero cuando la orden fue disuelta pasó a la Corona de Aragón que lo dejó a cargo del Señor de Lemos. Éste fue el que empezó a construir el castillo viejo. Después se fue ampliando hasta lo que hoy se ve. En la guerra contra el francés fue destruido para que no cayera en sus manos así que casi todo fue reconstruido. Además en la actualidad debe de haberse metido algún arquitecto en los trabajos de rehabilitación y ha hecho uno de esos empastres de mezcla de antiguo y moderno a que tan dados son.
En fin uno se puede dar una vuelta por todo el recinto y por lo menos ver la estupenda vista de toda la población ya que estamos en la zona más elevada.
Tras ver el castillo tomamos el coche y nos fuimos hasta Cacabelos.
Allí fuimos a la búsqueda de un castro llamado Ventosa. No nos costó mucho hacerlo. Salimos de la población hacia Villafranca del Bierzo y al poco unos carteles nos indican su situación. Subimos por un camino a lo alto de un gran cerro, plano en su parte superior, ideal para la construcción de un poblado antiguo. Desde este punto se domina buena parte del valle. Es curiosa además, ahora en otoño, la vista de los viñedos con el colorido de las hojas agostándose. El castro y el posterior poblado romano debieron tener una gran importancia dada la amplitud que ocupa su recinto. De él solo se puede dar la vuelta alrededor de su muralla que está excavada en su totalidad. La parte interior no está excavada en absoluto y por tanto no se ve nada. Ahora son viñedos. Han puesto un guarda que está allí durante el día y espanta un poco a los saqueadores. Parece que fue una gran ciudad en tiempos romanos llamada Bergidum Flavium.
Tras esto bajamos a Cacabelos a comer. Aprovechamos las 23 Jornadas Gastronómicas del Bierzo para comer por un precio cerrado de 22 euros. Intentamos hacerlo en el restaurante El Apóstol que nos habían recomendado pero fue imposible sin reserva. Así que fuimos a otro en la misma manzana llamado El Refugio de Saúl. El lugar está muy bien arreglado y es agradable pero el servicio fue lentísimo. No se que problema tendrían pero tardamos muchísimo en comer. El cuarto de baño bastante abandonado y la comida aceptable.
Tras esto tomamos la autovía hacia La Coruña para salir en Vega de Valcarce. De allí nos metimos a las montañas que hay hacia el sur para buscar las famosas minas de wolframio de Peña del Seo. Tienen una historia curiosa. Los alemanes descubrieron durante la Segunda Guerra Mundial que el hierro con pequeñas cantidades de wolframio tiene mucha más resistencia, especialmente al calor. Esto hacia que el blindaje de sus carros fuera superior así como de otros elementos como son por ejemplo los cañones. Esto hizo que todos los yacimientos de este mineral en todo el mundo fueran codiciados por los alemanes. España era deudora de los alemanes y permitió que se vendiera a ellos. Existían dos yacimientos, uno en la provincia de Salamanca a pocos kilómetros de Portugal y otro aquí en el lugar que nos ocupa. La explotación se inició anárquicamente. La gente empezó a explotar la peña al ver que venía gente a comprar la piedra negra y pesada a precios desorbitados. Consiguiendo unos pocos kilos la gente se hacía rica.
La explotación no estaba registrada y cada uno tomó lo que pudo convirtiéndose la zona en un salvaje oeste donde hubo tiros, peleas...
Los aliados viendo el interés de los alemanes empezaron a comprar a mejor precio el mineral sin conocer inicialmente su uso. Esto dio lugar a un mercado negro a través de Portugal. Los aliados compraban este mineral lo embarcaban y lo hundían en el mar al no saber que hacer con él.
Este elemento químico produce dos tipos de mineral uno oscuro y pesado y otro parecido al ámbar de color ocre y traslúcido. Los mineros que lo explotaban desconocedores de la existencia de estas dos presentaciones desechaban la ambarina pues no les parecía que un metal pudiera tener esta constitución a pesar de ser igualmente rico.
Al final el Estado viendo el interés de este mineral construyó un poblado y legalizó la explotación. A los pocos meses avances tecnológicos dejaron esta aleación sin interés y el metal pasó a no ser rentable con lo que la mina cerró.
Bueno la verdad es que me atraía mucho las fotos que vi en internet del antiguo poblado y la intención era buscarlo aunque no tenía unos datos muy claros de cómo llegar. Vi un croquis en el que parecía que se podía ir desde Moral de Valcarce y para allá me fui. Este pueblo está muy escondido tras kilómetros de pequeña carretera llena de curvas y de cuestas. Parecía que uno se metía en el Bierzo profundo. Al final llegamos al pequeño pueblo viejo y anticuado en la ladera de un solitario valle. Por lo menos el paisaje era precioso lleno de castaños cargados de fruto y a cual más antiguo. Habían castaños que perfectamente podían tener 2000 años.
Cruzamos el pueblo por la estrecha calle de hormigón cuesta abajo y al salir nos metimos en un pequeño camino en media ladera y sin un solo sobreancho en el que nos pudiéramos meter para dar la vuelta. El camino se iba estropeando cada vez más y nos la vimos negra para dar la vuelta y poder salir de allí.
Con esto no tuvimos ganas de más búsqueda y nos dedicamos a coger las abundantísimas castañas que había por el suelo.
Nos quedamos sin poder ver estas minas que quedarán para otra ocasión.
Con esto ya nos volvimos para casa.
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