Hoy el día ha salido nevado a pesar de que estamos a mitad
de mayo.
Como en nuestro reducto de A Canda no podemos hacer gran
cosa con la lluvia y nieve decidimos ir a Santiago. Así que tomamos la autovía
A-52 y luego la AG-53 y por último la AP-53 en la que tuvimos que pagar 5,8 €
por hacer el recorrido de Lalín a Santiago.
Pasamos por su tumba y abrazamos su imagen y con eso se nos
hizo la hora de comer.
Lo hicimos en un restaurante llamado El Trebol. Comimos una
buena parrillada de pescado aunque al final el precio se nos fue al doble de lo
que ponía en la entrada con el vino, postre y demás.
Una vez bien comidos nos fuimos al centro de recepción de
visitantes que hay en la cripta de las escaleras de entrada de la catedral.
Allí compramos la entrada para ver el museo. La idea nuestra era visitar las
excavaciones arqueológicas o las cubiertas pero la chica nos dijo que las
excavaciones no había visitas hasta el día siguiente y las cubiertas no se
visitaban hasta las 18 h (eran las 16 h).
La cuestión es que estábamos todavía en la cripta y un guía
nos preguntó si íbamos a visitar la cubierta y vimos que solo llevaba 4
visitantes. Nos fuimos de nuevo a la chica y se excusó y nos vendió la entrada.
Esa broma nos costó 6 € más pues la visita al museo vale 6€ por cabeza y 12 las
cubiertas, mientras que la visita combinada de ambas 15 €.
De esto me enteré a la vuelta pues sino hubiera reclamado
bien.
La cuestión es que subimos a la cubierta. Se sube por las
torres por unas amplias escaleras de escalones muy altos. Arriba llama la atención
que la cubierta es de losas de piedra y no de teja por lo que te puedes mover
por ella sin problemas.
El guía va contando cosas curiosas de la catedral y de las
edificaciones de los alrededores.
Después bajamos y nos fuimos al museo donde se pueden ver
piezas realmente valiosas de orfebrería, pintura, tapices, libros y escultura.
Me llamó la atención la cantidad y calidad de las esculturas
en las piedras de la catedral de origen románico.
Por último volvimos a despedirnos del apostol y nos volvimos
para casa.
Por las calles de vuelta al coche pudimos contemplar los
trabajos de los azabacheros tradicionales de esta ciudad.
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