Hacía algún tiempo que tenía planeado subir a la ermita de San Lorenzo del pueblo de La Vid.
Así que nos vamos para ese pueblo. Había mirado por la mañana el Google earth para ver por donde se puede subir pues sobre el terreno, pasando por la carretera no se ve muy claro.
Aparcamos en la calle principal del pueblo. Pasamos por la iglesia y el lavadero y acabamos en un puente que cruza el Bernesga. Luego pasamos por debajo de la carretera N-630 por un paso inferior. Justo antes del paso inferior encontramos el cartel de un sendero que lleva a Buiza, pasa por Villasimpliz y vuelve por la ermita de San Lorenzo. Nosotros vamos a hacer la ruta inversa y solo hasta la ermita.
Este farallón está formado por un estrato de cuarcita del Devónico. Es una roca muy dura y al río Bernesga le costó mucho atravesarla. Por ello provoca una fuerte cerrada en el río y se presenta como una imponente muralla en el valle a ambos lados. La margen derecha del río es la que tiene la ermita. La izquierda sufrió peor suerte y se implantó una cantera que aprovecha el material para balasto del ferrocarril. Esta cantera la está destrozando y creando un impacto ambiental sin posibilidades de regeneración.
Al final llegamos a la ermita. No me extrañaría que la ermita se implantara sobre alguna ruina arqueológica anterior. Este farallón domina el valle y además está muy protegido por unas paredes rocosas naturales. Nos acercamos hacia el final del farrallón. Las vistas son impresionantes y el cortado pone los pelos de punta especialmente aguas arriba.
De la ermita hay una leyenda.
La leyenda del cuélebre de La Gotera:
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivía en el paraje conocido como La Gotera un cuélebre de enormes dimensiones, que reclamaba de los vecinos de La Vid un tributo de una oveja diaria bajo amenaza de que, si no cumplían con su requerimiento, liberaría el agua del Río Bernesga que mantenía represada con su panza, provocando una inundación que arrasaría todo el pueblo.
En cierta ocasión le llegó el turno a un humilde vecino que no tenía ninguna oveja para poder pagar el tributo y, ante la obligación de entregar en sustitución a su única hija al cuélebre, ésta se encomendó a San Lorenzo, que por aquel entonces se encontraba haciendo la guerra en Tánger.
Llegó el santo con sus dos hermanos pequeños, San Vicente y San Pelayo, y juntos elaboraron una torta con tierra carbonosa de la zona, cobre procedente de Cármenes y óleo de engrasar carros, que provocó la indigestión del cuélebre, momento aprovechado por San Lorenzo para darle muerte con su lanza.
-Sobre la muerte del cuélebre exisiten varias versiones, algunas de las cuales no incluyen la utilización de la lanza por parte de san Lorenzo, sino que responsabilizan de la muerte del cuélebre a la torta elaborada por los tres santos.
Así, en el S.XVI el abad D. Pedro de Zúñiga y Avellaneda manifestaba lo siguiente: "...y que allí avía hecho una fragua y avía templado unas ciertas varras de yerro ardiendo y la avía echado al culebro, juntamente con unos flejos de lino y unos tocinos, y que estando todo junto la avía tragado el dicho serpiente y que avía reventado..."-
No tuvo un final perfecto la historia, puesto que el cuélebre, en el momento de su muerte, se revolvió tanto y bramió tan fuerte que los dos hermanos menores de San Lorenzo murieron del tremendo susto que se llevaron.
Decidió San Lorenzo retornar a Tánger tras la muerte de San Pelayo y San Vicente, pero he aquí que antes de ello se topó con una mula que cargaba una gran piedra de alabastro y, subiendo ambos a la cima de la peña de La Gotera (de lo que queda constancia por las huellas que la acémila dejó en la roca por el gran peso de su carga), utilizó la losa para construir un sepulcro para sus hermanos, usando también las costillas del cuélebre para levantar el armazón de la ermita en la que, según la leyenda, descansan los restos de ambos santos.
Complementariamente a esta leyenta existe otra, relativa a la conocida como la Fuente de las Virtudes, situada en el sendero de subida a la ermita.
Según esta leyenda, el agua vertida por esta fuente correspondería a las lágrimas de San Vicente y San Pelayo, y tendría el don de procurar casamiento a las mozas que la bebiesen con fe de la petaca del cura tras la misa del día 10 de Agosto, festividad de San Lorenzo.
Actualmente se mantiene la tradición de subir en romería a la ermita por San Lorenzo, aunque se han perdido las romerías por los días de San Pelayo y San Vicente.
Llama la atención la sobriedad de la ermita tanto por fuera como sobre todo por dentro. Por fuera puede ser perfectamente un refugio de montaña para pastores. Vemos el interior a través de un par de pequeñas ventanas. El interior es una bóveda de cañón enlucida muy toscamente y pintada de blanco. Dispone de un pequeño altar donde está la imagen del santo. Más o menos en el centro, hay como una especie de tumba de obra que me imagino que será la tumba de los dos santos hermanos de San Lorenzo,
El gps, cuando llegamos al pueblo de nuevo, marca 3860 m de camino recorrido.
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