domingo, 22 de diciembre de 2013

13-12-22 Los abrigos rocosos de Castellar de Meca. Ayora (Valencia).

Hoy hemos ido a comprar un cordero para Noche Buena en Alpera. Tras ir a comprarlo, nos hemos puesto redondos almorzando en el bar El Cazador.
Tras esto hemos ido a bajar un poco la comida al yacimiento arqueológico de Castellar de Meca que aunque está muy cerca de Alpera (Albacete), pertenece a Ayora (Valencia).
A este espectacular yacimiento ya he acudido en otras ocasiones y he escrito sobre él.
En esta ocasión, en vez de subir a la planicie rodeada de paredes rocosas donde se encuentra el poblado, he preferido rodear por la margen derecha a los pies de los cortados. A veces se encuentran más restos alrededor de los poblados que en ellos mismos.
Tranquilamente, dando un paseo, subimos la ladera de la montaña hasta llegar a los cortados. Se trata de una gran mole caliza desgastada por los siglos y que asoma en toda esta sierra. En la ladera se ve multitud de pequeños trozos de cerámica de distintas edades aunque de poco valor.

A lo largo de la pared rocosa vamos recorriendo distintos abrigos rocosos de gran tamaño. La caliza que forma la pared rocosa no es de gran consistencia y algunos estratos son menos coherentes y más pulverulentos por lo que se forman estos grandes abrigos. No encuentro prácticamente ningún resto especial en estas cavidades aunque hay que tener en cuenta que aunque se gastaran para necrópolis o cualquier otro uso actualmente estarían completamente saqueadas máxime teniendo en cuenta que algunos de los abrigos se han empleado como apriscos.

Tampoco he encontrado pinturas aunque no he hecho una exploración exhaustiva, lógicamente. Además la poca dureza de la roca y lo pulverulenta que es difícilmente puede conservar durante siglos las pinturas.





No he visto tampoco petroglifos aunque si una cazoleta en una piedra rectangular a modo de sillar no separada del macizo rocoso.

Si he encontrado multitud de fósiles de crustáceos tanto grandes como vieiras como pequeñas del tamaño de las almejas.

El paisaje al atardecer es espectacular, tanto de los llanos como de las paredes rocosas.

También he encontrado algunos cantos rodados cuando en estas alturas no hay ninguno así como alguna piedra no caliza, más pesada que pudo ser restos de algún mineral que manejaron los antiguos.



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